![Imagen](http://i1061.photobucket.com/albums/t471/Rachelnefty/PicsArt_1402292226858_zpsq7yi0h8o.jpg)
Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor.
Y los que mejor luchan en la guerra
son -al final- aquellos que
predican
paz.
Charles Bukowsky.
Impoeta yo, que soy ciudadano de arrabal.
Mi nombre es fulano.
Vivo en la calle tal.
Tengo un perro que cada día saco para que defeque al mundo.
Que no puedo medir un verso porque todavía,
algunos tienen técnica de moral para premiar poesía,
y conquistar alumnos.
Hasta que no salga el sol, tráfico de mi ciudad.
Que no cumpla los requisitos que me dejen llegar a casa,
viajaré penitente entre la palabra y la vía.
De la real lengua de la cultura, esa de la ordinaria calle,
del continente urbano.
Sigo el surco de la sombra, de los mundanos,
por donde el sol se ahumea por los cristales.
Veo la plasticidad perfecta de los glaciales,
de la “política cultural” y la rimación de un solo:
-única voluntad del criterio cojo.
Basura del Nilo y basura del río.
Callo y sonrío, sigo de largo.
Hablo conmigo mismo,
porque las personas absurdas
Completamos un fardo.
Esta cuota para que todo tenga la claridad del grito,
para que todo vuelva a la pausa y al silencio.
Algunos se sentirán tocados,
y otros se sentirán desiertos.
Pero recuerden:
La palabra de la poesía
es el único bastión que nos queda en la resistencia,
para conversar alegre, con divergencia,
con caducos y sabios,
engañifas y tibicines.
Y porque en cualquiera de estos dos grupos:
-podencos y mandarines,
en cualquier extremo de la apatía,
deberán coincidir conmigo,
por la razón de la simpatía.
O será como Bukowski dice:
Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es
incompleto
y entonces te
odiarán.
10/17/14
O. Llombart.