Vía Láctea (pequeño vals)

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Carmen López
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Vía Láctea (pequeño vals)

Mensaje sin leer por Carmen López »





Vía Láctea (pequeño vals).


No soy muy dada a las fiestas populares, me refiero a esas de barrio que organizan las asociaciones, ya sabéis, me refiero a esas en que te bajas la cena a la calle y ponen mesas, compras tus bebidas y departes con los vecinos sentadita mientras cenas, después retiran mesas y sillas y sale una orquesta (generalmente con un hombre orquesta y una solista que canta esas canciones que suenan en la radio, o aquellas otras, más antiguas ,que llevan hace más de mil años dentro de su repertorio).


Lo cierto, es que- como habéis entendido- son las fiestas de mi barrio y en este barrio mío, las fiestas duran algo así como quince días , quince días de petardos, bailes y músicas todas las noches, chocolatadas, bingo para vecinos y concursos; desde el ajedrez a la petanca, pasando por otras tantas y diversas actividades para niños.


En ese contexto, va y me encuentro con mi vecino del tercero en el ascensor (recién separado y por cierto muy, muy triste, ya me lo he encontrado en varias ocasiones y no puede evitar a los tres minutos de conversación contarte su separación y ponerse a llorar, realmente apena mucho verlo en ese estado) y me comenta si voy a ir, me invento a toda prisa cualquier excusa, la primera que se me ocurre, sin acordarme de que las fiestas duran quince días, así que, nuevamente al cabo de cinco días coincidimos en el ascensor, él con ganas de no estar sólo y yo con prisa para llegar a mi trabajo, total, no supe como narices decirle que no me apetecía nada la velada, y pensé vas y cenas, total, no te morirás por eso, y antes de que pongan la orquesta te vuelves para casita. Total, así quedamos, para cenar el sábado.


Llegamos al sábado “de autos” en el relato, todo normal, me arreglo un poquito y me recoge en casa, vamos con todos los bártulos, es decir la comida en bolsas y nos sentamos con otros vecinos de la finca. Empiezo a sacar las cosas de las bolsas y se encuentra con su hermano, cinco añitos mayor que él, muy moreno, unos ojos de aquellos que parecen un océano en estado salvaje, profundos y negros como un abismo a punto de descubrirse, no voy a seguir....el caso, es que además tiene una conversación agradable, “savoir faire” quedaría más elegante, así que lo pongo dentro del relato que siempre quedará mejor, y encima tiene un humor de esos que no te deja parar de reír en toda la noche, y eso sí, eso sí, eso sí que me fascina, a qué negarlo.


El caso es que me olvidé de mi vecino por completo, y su hermano se olvidó de que su hermano estaba triste y descompuesto por la reciente ruptura, terminamos hablando por los codos, hasta que nos comunican que hace media hora que la única mesa que queda puesta es la nuestra y que tenemos que levantarnos porque van a poner la orquesta, es como si bajara de repente a la tierra desde la Vía Láctea en un aterrizaje forzoso, para mí, habían pasado cinco minutos y no las dos horitas de rigor que duraba la cena. Mi vecino, mientras recogemos, nos dice que se estaba durmiendo y que se va para casa ¿ qué si me voy con él? y entonces, vienen esas miradas que se cruzan y que se suceden en cuestión de segundos en que alguien debe decir alguna cosa ...o no, y escucho: bueno si te estás durmiendo, mejor te vas para casa, luego del primer baile, ya la acompaño yo a su casa, no te preocupes y yo que suspiro aliviada.


Total, empiezan a poner la orquesta, pero, no va a tocar la citada música de rigor ( yo pienso para mí, esto me pasa por no mirarme el programa. Importante! anotar en mi inconsciente para otra ocasión: mirar el programa la próxima vez...), resulta que van a poner vals, vals, sí, sí, música de vals, el Danubio Azul y esas cosas...De repente y para mi terror, me acuerdo que soy la mujer más espantosamente patosa de este mundo y se me borra la sonrisa de la cara en un santiamén, me empieza a latir el corazón con fuerza, porque me imagino la escena, yo pisándolo continuamente y todo eso, que prefiero no mencionar...empiezo a sudar, me entra un escalofrío, creo que siento fiebre, y cuando estoy a punto de arruinarme totalmente la noche diciendo que siento una indisposición , cuando voy a decirlo de un momento a otro, él se va hacia un amigo suyo que está allí, conversa diez segundos y su amigo le da una cosa, que trae consigo en la mano (me maldigo por tener la vista cansada y no ver nada y querer presumir y no llevarme las gafas) y viene con ella enseñándomela y me dice; es una tiza, espera que dibujo algo. Y empieza a dibujar los pasos del vals en el suelo de la calle y me dice: es muy fácil, no me vas a pisar, es imposible, no te apures, con gesto y tono tranquilizador, como de adivino o medium ” lee mentes”, para añadir después, no te lo he dicho, pero, soy profesor de baile...casi me muero allí mismo, él creía que con esas palabras me iba a tranquilizar y yo sólo quería salir corriendo con rumbo y paradero desconocidos o que se me tragase la tierra para siempre, allí mismo.


Lo cierto es que me lo pasé genial, como hacía muchísimo tiempo no me lo pasaba, aprendí a bailar el vals en las dos primeras piezas que tocaron, después todo el miedo había desaparecido, sólo sentía la música todo el rato, las vueltas y vueltas y vueltas al ritmo de la música, me divertí como nunca. Hicieron una pausa en medio, y nos dimos cuenta que ninguno de los dos había cenado, porque habíamos estado hablando, eran las dos y media de la mañana y queríamos seguir bailando porque nos lo estábamos pasando en grande, fue a su coche y sacó unas chocolatinas de la guantera y me dio una, mientras él abría la suya, entonces me acordé de este vídeo de Marlango que me encanta y he puesto arriba, con la chocolatina en la mano me sonreí para mis adentros y me prometí a mí misma escribir este relato, destinado - esencialmente- a mujeres que... no saben bailar el vals.
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
Miguel Ángel Martínez Góm
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Registrado: Jue, 18 Sep 2014 17:59

re: Vía Láctea (pequeño vals)

Mensaje sin leer por Miguel Ángel Martínez Góm »

A veces lo mejor es dejarse llevar y es en esa dependencia del que toma la iniciativa que a uno lo sorprenden y descubre cosas que jamás lograría desde el sillón de nuestra seguridad.
Me gustó la lectura, Carmen, acompañada de la música que nos dejaste.
Un abrazo
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Carmen López
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Registrado: Jue, 27 Jun 2013 9:35
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Mensaje sin leer por Carmen López »

Gracias, Miguel Ángel, por pasarte a comentar, en este caso, era una especie de ejercicio, nos dieron la música y había que introducirla en un relato, este fue el mío.
Yo, sin ser una gran bailarina, he hecho algo de bailes de salón y el vals me encanta. Lo único verdadero en el relato, es mi vecino y también que han sido hace unos días las fiestas de mi barrio.
Muchas gracias por tu comentario amable y generoso, con el que coincido plenamente, dejarse llevar es bueno a veces y salir de la comodidad del sillón, mucho mejor.

Un abrazo

Carmen
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
Hallie Hernández Alfaro
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Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Sinceramente me ha parecido un relato entrañable, bien armado, mimado en detalles y avalado con un hermoso vídeo.

Gracias mil por tu aporte, querida poeta.

Abrazo y un montón de aplausos.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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