Empiezo nuevamente a buscar que me ilumine el sol
y bajo los encantos del rincón teñido de color,
bajo las verdes hojas del arbusto aquel,
bajo la flor ciclamen que envuelve tu ser.
Pero no quiero que te vayas
sin una nota dulce y ácida
que imponga el verde lima del limón
junto a unas gotitas de ron
que humedecer tus secos labios
y una mirada poseer
mientras lo nuestro sea beber
y casi casi no saber
qué hacemos juntos esta noche,
pues ha de ser todo un derroche
de besos envueltos en miel,
en miel.
Hoy,
que nuevamente te he buscado,
que bajo la luz de la luna
se siente una razón serena
para estar codo con codo
tumbados hoy sobre la arena
sintiendo en los pies las cosquillas
de la alegre espuma marina
que baña nuestras horas muertas
casi sin que nos demos cuenta
hasta quedar así atrapados
en una eternidad constante,
viviendo a tope cada instante
sin renunciar por nada al derecho,
sin renunciar tampoco al revés,
ni al izquierdo renunciar tal vez.
Hoy,
me atraparían olas y hasta peces
y nadie me podrá detener
si logro acercarme hasta la orilla
y allí tu risa he de beber.
Beber,
la sustancia del deseo prohibido,
los elixires del placer,
sin contar con el tiempo perdido,
sin olvidar las noches del ayer.
Porque ayer,
quise beber del jugo de tu boca
y tú me ofreciste un ron con limón,
pero por favor no seas aguafiestas,
concédeme desnuda la ilusión,
que yo devolveré envuelta en creces
hasta formar un dúo con la pasión.
Pasión que no se acaba si no empieza
y hasta un susurro leve y con tibieza
desata el anudado corazón.
Oh corazón,
oh corazón,
permanece a mi lado corazón,
no te alejes de mí en esta noche,
después de que bebamos con derroche
la transparencia fresca y agridulce
de este certero ron con limón.
