Hijo de la luna

[Raul Muñoz]

Camino con prisa por un campo arrollado por excavadoras, tan rápido voy que no veo las lunas que me sacan la lengua, mientras se pintan los labios con lejía fosforescente. Provocadoras, envían besos a las estrellas y ríen a carcajadas. Su afilada risa sacude la noche, atormenta a mi alma, que se oculta en el vientre y solloza. La noche impúdica chorrea lejía, llueve a cantaros su indolencia. Las estrellas clavan sus puntas afiladas en mis pupilas, son como lozanos cuchillos enamorados. Sigo adelante, pisando a los caracoles que salen a mi paso, buscando mi bendición. Probablemente piensen que soy Dios. Mis dientes rechinan, vomito lejía, y pienso que no, que no soy Dios. Con más rabia aún piso a los caracoles hasta que los escucho gritar, clamar compasión. Sin embargo, no hay compasión, solo lamentos que huyeron del día y buscaron refugio en la noche. Sigo mis pasos, llego a la carrera, y todo cruje a mi alrededor; los caracoles, la luna, las estrellas, toda la noche, e incluso toda la humanidad. Yo mismo me parto en dos, y los latidos de mi corazón son dobles, que discuten entre ellos. Siento un asco prudente, un sapo salta de mi boca y huye. Sigo sus pasos, que son enormes saltos doloridos, desencantados del amor. Busca su laguna, el inmenso espejo donde se acicala la luna. Finalmente la encuentra, y lo veo desaparecer al otro lado del espejo. Me acerco poco a poco, el ruido a mi alrededor va cesando. Ya no se escucha nada, todo queda en silencio. Me asomo al espejo, veo a la luna lanzándome besos. Mis dientes caen en cascada sobre el espejo, a continuación mi pelo. La luna, muy seria y en silencio, con un paño borra mi rostro. Todo desaparece, mi boca, mis ojos y la nariz. Todo es silencio a mi alrededor, nada existe, ni siquiera yo. Ya sólo escucho el grito de la noche, que se parte de dolor y llama a su estrella. Unas manos parten el espejo y me agarran con fuerza. Dolorido y ensangrentado, descanso al fin, en los brazos de una luna brillante y decorosa, que me susurra al oído: "Hijo mío".

[Ernesto Ravelo]

Lo disfruté, me gusta ese tipo de poemas, todo cruje , se distorciona y nada se puede hacer.
Saludos Muñoz

[Raul Muñoz]

Hola, Ernesto, muchas gracias por la visita. Me alegro de que te gustara.

Un abrazo

[Julio Gonzalez Alonso]

Existencial, romántico, barroco y lleno de una inusitada fuerza para transmitirnos la emoción, la angustia, la duda y la sorpresa del momento. El paisaje sobre el que dibujas las escenas es desolador. Un abrazo.
Salud.

[Raul Muñoz]

Hola, Julio, muchas gracias por detenerte en mis letras y dejar tu comentario.

Un abrazo.

[Rafel Calle]

Hermoso trabajo de Raul.

[Raul Muñoz]

Hola, Rafael, me llena de orgullo que mí trabajo despierte tu interés. Muy agradecido por tu generosidad.

Te envío un abrazo.

[Marius Gabureanu]

Es un texto excelente, Raul, donde lo fantástico y lo existencial se entrelazan y nos ofrecen la metamorfosis del ser en su propio miedo. Para alejarse del caos hay que inventarle un centro,
y es lo que hace tu obra. Abrazo y felicitaciones.

[Ventura Morón]

Como preso de un delirio, avanzas en el texto reinventando un mundo que parece revolverse para mostrar su imposible rostro, y al hacerlo desintegrar el propio, aunque una esperanza final en la naturaleza parezca salvar lo que queda.
Un placer de lectura, un texto interesante y bien trabajado.
Un abrazo y enhorabuena amigo

[Macedonio Tracel]

yo disfruto de estas arremetidas, tenderse en la arena y arrastrar hacia uno todas las lunas posibles, moverse hasta teñirse de noche y de palabras, avanzar llevado de sonidos hacia los límites.

[Ernesto Rocha]

Exclente relato !!!

[Raul Muñoz]

Es un texto excelente, Raul, donde lo fantástico y lo existencial se entrelazan y nos ofrecen la metamorfosis del ser en su propio miedo. Para alejarse del caos hay que inventarle un centro,
y es lo que hace tu obra. Abrazo y felicitaciones.

Hola, Marius, es un placer contar con tu lectura, después de leer algunos de tus poemas con tintes surrealistas; y ver que dominas estos estilos. La verdad es, que me vi arrastrado en una huída caótica, y después al restablecimiento de un centro, como bien señalas.

Muy agradecido por tu aportación, te envío un saludo.

[Raul Muñoz]

Como preso de un delirio, avanzas en el texto reinventando un mundo que parece revolverse para mostrar su imposible rostro, y al hacerlo desintegrar el propio, aunque una esperanza final en la naturaleza parezca salvar lo que queda.
Un placer de lectura, un texto interesante y bien trabajado.
Un abrazo y enhorabuena amigo

Hola, Ventura, es para mí un placer tu paso por el texto, que tan bien interpretas; el delirio. Sí es cierto que sucede a las personas que llaman "locas", la desintegración de la personalidad. Incluso en los delirios, a veces aparece la fantasía de volver a nacer. Trabajé en psiquiatria, con personas que sufren estas amenazas, por parte de un mundo, para ellos, peligrosamente hostil.

Muy agradecido por tu aportación, te envío un saludo.

[Alicia Alvarez]

¿Qué sucedió con los poemas de mi amigo Horacio Moschini?

[Raul Muñoz]

yo disfruto de estas arremetidas, tenderse en la arena y arrastrar hacia uno todas las lunas posibles, moverse hasta teñirse de noche y de palabras, avanzar llevado de sonidos hacia los límites.

Encantado, Macedonio, con tu presencia. La verdad es que fue un dejarse llevar, sin saber bien hacia donde; me gusta , a veces, experimentar por asociación libre y ver hacia donde me lleva.

Muy agradecido por tu atenta lectura, te envío un abrazo.