
PRIMERA HISTORIA
Viera el hombre de su soledad
miradas nuevas
sabiéndose más solo.
Ya no quedaba nadie, nadie
que supiera sus infancias
ni las risas de otros ojos
ya dormidos.
Y ante el fuego asombrado
de su propio ruido
recordó en voz alta
los nombres que faltaban,
repitieron las paredes de la cueva
las hazañas de los muertos
y del eco repetido
naciera la conciencia
de los vivos.