Óscar Distéfano escribió:Manuel Sánchez escribió:Yo conocía a un hombre
que al entrar en la iglesia abría su paraguas
y recorría el templo con esa sangre fría
que tienen las palabras
cuando nadie las oye.
Parado en la visión de un botarel
dejaba que sus pasos le siguieran,
y más tarde escapaba
por un gran rosetón,
por la boca entreabierta de un sillar, entre lilas lejanas de conciencia
que aguardaban pacientes a su interrogatorio,
hacia una fuente altiva de luz ultravioleta.
Aquel hombre no huía,
pasaba como el cuerpo de un borracho
sobre cierta venganza de la noche,
como surca el reptar de una serpiente
por la historia desierta de su piel.
Fiel al ritmo imparisílabo, logras un poema de mucha altura, ya que el contenido se adentra en las profundidades de la psiquis. La descripción es magistral: un hombre atrapado en su realidad ineludible. Me ha encantado leerte, amigo.
Un abrazo.
Óscar
Sí, otro poema que, como ves, no se aleja de mi manera de escribir poesía: a estas altura no es fácil alejarse de los hábitos.
Muchas gracias por tu consideración hacia estas letras, amigo.
Un fuerte abrazo.