Ventura Ramos López escribió:
No me llames poeta.
Tenía un paragüas en la mano,
solamente lo abrí
esparciendo mis palabras al diablo
...
Una estatua de sal, eso soy.
Un violín inflamado,
un velero en la vertiente.
Nacen sin impostura las letras,
eclosionan mariposas si chasquea fiel la batuta,
entonan las sirenas sus gemidos cristalinos, y nievan
estas negras gotas que, liberadas, se deslizan de mi pecho.
No perseguí al blanco, vino a interpelarme
a aullidos, desfilando silbante entre las balas,
en mis ojos aún la pólvora, brotando a jirones los pétalos
bajo la lengua, fraguando de silencios los latidos,
haciendo temblar este lado del mundo.
Nada traje. Nada me llevo,
sólo un aliento de luna, madrugadas
a lomos de mi Unicornio, en danza los sellados ojos,
aspirando miradas, todas las que recibí,
ondulando los segundos, amando los abismos.
En eterno retorno abro y cierro las alas,
entono murmullos que cruzan en brisa los páramos,
atesoro reflejos de todos los charcos donde posé los recuerdos,
saltando descalzo, con una llave sin puerta entre los dedos,
sorbiendo voy de los nombres sus mareas, inaudible, rasgando huellas sobre la tierra.
Y esta melodía escrita en la piel que, en un instante preciso,
tatúa de voces el firmamento.
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.
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Felicidades por tan hermosos poema, Ventura, por los lúcidos versos que nos regalas entre los que destaco los de esta estrofa preciosa.
Y enohabuena por el merecido reconocimiento.
Un abrazo.