El nivel

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Pablo Ibáñez
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El nivel

Mensaje sin leer por Pablo Ibáñez »

Cumplidos los cuarenta y cinco años, Luis Ania entendió que, por fin, había condecorado alrededor del cuello de su vida una medalla suficientemente gruesa a la estabilidad. Con un trabajo bien remunerado, una esposa con la que podía conversar sin demasiada agresividad, un caldeado piso en las afueras y una nena muy mona de cuatro añitos, la imagen se tornaba ideal a los ojos de una persona de orden –lo que quiera que sea eso, por lo que el señor Ania siempre se había tenido.

La moda por aquel entonces era el Minimalismo. Salones grandes y austeros, espacios amplios con pocos muebles, detalles metalizados, piedras negras japonesas decorando lavabos pulidos, estores de lino blanco amortiguando una suave música ambiental… Luis decidió que ya era hora de reformar su piso de proletario para adaptarlo a los nuevos tiempos.

Lo primero que hizo fue comprar un pequeño nivel de burbuja de agua.

A continuación se descargó de la red la colección completa de Arquitecture & Morality y comenzó a devorar sus páginas en total autismo. Desde ese momento, dedicó la mayor parte de su tiempo libre a su nueva pasión y, a medida que se atiborraba de conceptos, materiales, texturas, ambientes zen, comenzó a derribar, por sus propios medios, la mayor parte de las estructuras y enseres de la vivienda. Las protestas de su esposa fueron fácilmente sofocadas, sin más que un par de esbozos de aquella seriedad temeraria que caracterizaba al señor Luis Ania cuando tenía claro su objetivo.

Las habitaciones fueron minimizadas en favor de un salón gigantesco; se pintó la casa de blanco liso nuclear (mano de imprimante más tres de pintura), estableciendo una rigurosa prohibición a la niña de tocar las paredes; los baños fueron levantados de cuajo, sacrificando la higiene familiar durante varias semanas; las habitaciones se vistieron con nuevas camas metálicas de dudosa comodidad; la cocina fue colonizada con una isla cuadrangular en el punto medio exacto –había que ponerse un poco de perfil para pasar a la nevera, pero no estaba tan mal−; se desecharon los antiguos cuadros y fotos familiares y fueron sustituidos por grabados abstractos de precios abstractos. No se reparó en gastos.

Todo este lamentable comportamiento hubiera parecido una ventolera temporal sin más del bueno de Luis, si no fuera por la manera como niveló los grabados al colgarlos. Entonces quedó bien claro que el asunto terminaría mal. Marcó y taladró la pared cuidadosamente y usó su pequeño nivel de burbuja de agua para comprobar el resultado. Al principio pareció satisfecho, pero su mujer pronto se dio cuenta de que no lo estaba. Colocaba el nivel sobre todos y cada uno de los marcos de los grabados una y otra vez, en el marco superior y en el inferior, y retocaba ligeramente los grabados en varias direcciones mientras calibraba la horizontalidad perfecta de la burbujita de agua.

Una noche, a la una de la madrugada, la mujer se despertó sorprendida por un extraño ruido que provenía del salón. Su marido no estaba en la cama. Se levantó y, al entrar en el salón, descubrió a Luis puliendo los marcos de los grabados con una lijadora eléctrica.
− Luis, por Dios −gimió asustada− ¿qué ocurre?

El hombre levantó la vista lentamente del banco de trabajo, con aquella mirada seria y determinada, perruna, que clausuraba cualquier diálogo o posibilidad de negociación.

− Los marcos de los grabados no están nivelados– dijo gravemente, y volvió su vista al banco de trabajo sin dar ni aceptar más explicaciones.

Los vecinos comenzaron a protestar cuando aquel laboreo nocturno se hizo habitual, pero el verdadero peligro llegó el dieciséis de agosto. A las seis de la mañana, después de haber estado toda la noche, nivel en ristre, puliendo marcos de puertas y ventanas, granitos de encimeras, baldosines de parqué, esquinas de rodapié, tiradores de cajoneras Carlström, el pie de lámpara anodizado… Después de todo esto, Luis levantó la vista de su banco de trabajo y contempló el desastre con aparente tranquilidad. La luz del amanecer comenzaba a inundar la ventana del salón y revelaba los ángulos de su locura en forma de manchas de rabia pulimentada, rayajos como heridas, desconchones, escombros como almas. Luis Ania resopló un buche de aire profundo y siguió parpadeando bovinamente, manteniendo en todo momento una escalofriante seriedad. Jugueteó unos instantes en el silencio del amanecer con el nivel, oyendo el ritmo pausado y extenso de su respiración, haciendo girar la burbujita de agua de un lado a otro.

Se dirigió, aparato en mano, a la habitación de su hija. La pequeña dormía tranquilamente. Unas líneas rectas perfectas de luz amanecida traspasaban los entrecaños de las persianas y se posaban a lo largo de su cuerpecito estirado y desvalido. Luis se acercó despacio, olió el perfume tierno y encantador de la carne infantil, la respiración sana y acompasada. Con absoluto cuidado y seriedad, acercó el nivel, lo posó encima de la pequeña frente de su hija y evaluó el resultado.
Última edición por Pablo Ibáñez el Mar, 29 Abr 2014 16:19, editado 3 veces en total.
Hallie Hernández Alfaro
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Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Una delicia de obsesión-compulsión hecha relato, querido amigo.
El final es simbólico, ocurrente y una sorpresa para el ya seducido lector.

Bienvenidísimo seas a Prosa y ojalá éste sea sólo el primero de muchos bocados/gourmet de narrativa firmados por ti.

Abrazos.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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Arturo Rodríguez Milliet
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Mensaje sin leer por Arturo Rodríguez Milliet »

Exquisita narrativa que, de manera creciente, nos va introduciendo en la obsesividad del personaje, en ese caos que supone el perfeccionismo imposible, hasta un final aterrador por la elocuencia de lo que el autor se reserva.

Excelente relato que disfrute de principio a fin, mi felicitación junto a un abrazo Pablo.
Te presento a mi padre, el que está a su lado es mi hijo.
Si los sumas y divides entre dos, obtendrás su promedio...
ese soy yo. Mucho gusto!
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Pablo Ibáñez
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Mensaje sin leer por Pablo Ibáñez »

Gracias Hallie, gracias Arturo.

Estoy porobando el relato, a ver si me sacudo un poco de mi sequía lírica y de paso entreno en desarrollo literario.

Un honor vustro paso.
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Carmen López
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Mensaje sin leer por Carmen López »

Fantástico relato, Pablo...es una pena que no se te vea tanto en esta orilla, amigo, porque el relato es verdaderamente aterrador...un recurso inteligente dejar a la imaginación del lector ese final espeluznante, un recurso de escritor muy consumado. Me ha gustado horrores, nunca mejor dicho.

Un abrazo con mi aplauso.

Carmen
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón Bachelar.
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Isabel Moncayo
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Mensaje sin leer por Isabel Moncayo »

Vaya Pablo, estás hecho todo un dramaturgo, oye que me ha dado yuyu ese final, ¿ es lo que pretendías? pues conseguido, eres bueno, te lo digo yo, que últimamente he leído y leído y leído sobre varios poetas y te puedo asegurar que eres de esos autores que entre más se lee más apetece.. que lo sepas.

Un besín, dende nosa tierrina.
Palabra:
Ya está callada la Luna y quieta sobre el lago, clara en todos los caminos. Tú, eres el verso, amado mío, yo, sólo palabra.
Gerardo Mont
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Mensaje sin leer por Gerardo Mont »

La bien trazada obsesión del personaje nos lleva por el escrito hasta ese final de sugerencia abierta y que aporta sorpresa y originalidad al escrito. Felicitaciones Pablo por tu excelente trabajo. Un gran abrazo y sincero.
"Para saber que sabemos lo que sabemos, y saber que no sabemos lo que no sabemos, hay que tener cierto conocimiento" (Nicolás Copérnico)
Ver es más que abrir los ojos y apuntar nuestras angustias. Es más que calibrar las agujas del pecho a la rutina.
( http://lascosasdelmonje.blogspot.com/ )
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Julio Gonzalez Alonso
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re: El nivel

Mensaje sin leer por Julio Gonzalez Alonso »

Estupendo trabajo. Tu capacidad narrativa es extraordinaria, amigo Pablo. Un verdadero lujo tener la oportunidad de leerte. De paso... ¿por qué el Luis no se pone el nivel en... y luego tira de lijadora?je,je,je... Las conclusiones o moralejas pueden ser varias, pero lo espantoso es llevar la obsesión por la horizontalidad, la verticalidad y lo que sea, a las personas. Aplausos, muchos. Con un abrazo.
Salud.
Hallie Hernández Alfaro
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Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Sube para deleite de todos.
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"He guardado la Luna en los cajones
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de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
Hallie Hernández Alfaro
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Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Arriba de nuevo con la belleza.
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"He guardado la Luna en los cajones
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no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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Pablo Ibáñez
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Mensaje sin leer por Pablo Ibáñez »

Gracias amigos por vuestros comentarios.
Gracias Hallie por subir el relato.
Bue, el texto deja mucho que desear, no me digáis que no....

Un abrazo.
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Ventura Morón
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Mensaje sin leer por Ventura Morón »

Recuerdo amigo que me quede estupefacto cuando leí este relato la primera vez, aunque no siempre tenga tiempo de comentar, intento leer lo máximo que puedo de los compañeros. Es curioso como se había grabado en mi memoria todo el ambiente del texto. Puedo leer en la capa oculta, ciertas alusiones del mundo técnico que ambos compartimos. Y eso me interesa sobremanera. Esa obsesión que aquí se muta en delirio, de las lineas rectas, la pureza del gesto, la brillantez de una nada blanquísima bosquejada con sombras paralelas perfectamente trazadas. Me ha encantado esa imagen de la vivienda llena de arañazos, de serrín quizás, de polvo de rayadura, y la imagen central de la locura insistiendo en su demencia.
Me gusta tu comentario también, punzante y generoso amigo. Yo creo que está leno de elementos interesantes. Me encantó volver a leerlo.
Un abrazo Pablo
E. R. Aristy
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Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

Excelente narrativa Pablo, no te conocia este otro don, quedo maravillada con tu trabajo. ERA
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E.R.A.
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Óscar Distéfano
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re: El nivel

Mensaje sin leer por Óscar Distéfano »

Excelente relato que yo considero una perfecta alegoría. Me sentí identificado con el personaje porque, poéticamente, yo soy ese hombre del nivel en mano. Los "desniveles" de mis trabajos me acucian, me hacen trasnochar más de la cuenta, y me impiden considerar nada como concluido.
Paul Valéry acertó: "No hay obras terminadas, sólo obras abandonadas”.


Un aplauso, Pablo, por el tratamiento exquisito del lenguaje.
Un abrazo.
La poesía es la única soga de la cual dispongo siempre que caigo en el pozo del todo sin sentido.



http://www.elbuscadordehumos.blogspot.com/
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Maria Pilar Gonzalo
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Mensaje sin leer por Maria Pilar Gonzalo »

Me había perdido este excelente relato que ahora celebro al haberlo encontrado.

Enhorabuena por tu talento.

Abrazos.
Homo homini lupus (Tito Macio Plauto)
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