
AL CRISTO DE LA LAGUNA
Al Cristo de La Laguna
mis penas le conté yo,
sus labios no se movieron
y sin embargo me habló.
¿...?
Hoy me acerco anhelante, sabes cuánto,
con los ojos de un hombre malherido,
llorando la tristeza que ha vivido
en este Sinaí de amargo llanto.
Cuánto llaga la vida en este huerto;
cómo tiembla este amor en el olvido;
me acerco a conocerte más perdido
que una voz que se lanza en el desierto.
Y te encuentro abrazado todavía
a la Cruz que irredento te he llevado
y a gritos yo te llamo en mi sequía.
Acude, vuelve a mí cuando anochezca,
que hoy solté el corazón de algarabía
para verte, mi Dios, cuando amanezca.
José Manuel F. Febles