Las manos de la orilla

[Gerardo Mont]

“Todos los hombres nos sumamos al miedo por las noches”, masculló alguno, quizás yo. Porque uno es un gesto, una palabra, un código imposible descifrado por el tiempo. Luego la noche, se derrumba, y no somos más que los escombros de lo dicho.

Uno a uno se fueron presentando, y el mundo fue el perímetro de un “plin” de copas llenas. “Sólo aspiro con certeza a que me llamen por el nombre”, dijo otro leyéndome a la luz de una flama que temblaba. El fluido eléctrico había huido ante el primer presagio de tormenta.

Todas las noches de lluvia se parecen. Las horas heladas dictan su sentencia. Repican en el techo todas las campanas, el mar entonces inicia su liturgia y el amor es una cosa que percute sus lágrimas antiguas en las sienes. “No hay nave que no encalle”, continuó otro siguiendo la cadena con otro “plin” de copas llenas…, y otro y otro, como las mareas.

“¿Sabes?, el amor es sólo un vicio. Una necesidad física. Es el hambre disfrazada de princesa”, interrumpió el del fondo, interpretando que con las naves encalladas, aquel aludía a los presentes; a la recurrente soledad de los marinos, a sus sueños de sirenas. Algunos asentían.

“El amor aunque nos huya, o naveguemos en sentido opuesto a su evangelio, es la única verdad que nos define ”. Otros confirmaron esta réplica: “por supuesto”.

De tan tarde, empezaba a ser temprano. Bajo el diluvio, las siluetas corrían en otro renglón de su pequeña historia, bajo esa tenue luz que no permite pretérito en futuro. Y azotadas por el mar que rugía al otro lado de la calle adivinaban charcos, fronteras, desniveles.

“Todos al fin, buscamos la pareja en naves que han partido. Noé nos ha olvidado”. Dije al fin, notando el vacío en el recinto. Todos eran yo, desgajados de mis miedos.

“¿Mañana será otro día?, corearon los presentes desde lejos y abrazándome. Entonces miré por la ventana los destellos que nacían y morían heredando sus retumbos.

Otra vez llovería, otra vez la tormenta gritaría su sentencia, otra vez las siluetas pasarían sin nombre, sin destino, como piezas de ese engranaje inaprensible, que perpetúa los regresos a lo mismo; y otra vez encallarían donde mar y puerto se confunden… Porque al mar no se le engaña y ningún marino escapa de su vientre acuoso, más allá de las manos de su orilla.

[Carmen López]

Querido Gerardo, me he quedado deleitada en el relato, es un relato que se bebe con muchísima sed. Una maravilla todo, el tema, el uso que del lenguaje has hecho, esos "yo" que se desgajan. Todo un placer leerte, amigo. Ojalá que compartas con nosotros otros muchos textos.

Un gran y sincero abrazo.

Carmen

[Hallie Hernández Alfaro]

Es muy impresionante este texto, Gerardo. La belleza lo embruja todo; salimos un poco mareados, no por el vaivén de las olas, pero por ese efecto endorfínico de la buena, de la buenísima literatura.

He de volver, querido amigo; mientras tanto que nuestra salita de narrativa se llene de aplausos. Carmen y yo fuimos hasta la bodega de prosa y hemos traído vino para celebrar la grandeza del escrito.

Abrazos enormes.

[Marius Gabureanu]

Gerardo, me parece un escrito muy ingenioso y profundo. Es un monólogo, donde la voz se presta a varios pensamientos y los pensamientos tienen aura de personaje místico. Muy bueno, amigo, porque facilitas a que el lector no estalle directamente en el muro de verdades sino le propones esas ventanas transparentes de uno mismo. Mi abrazo y felicitaciones sinceras.

[Gerardo Mont]

Muchas gracias estimada amiga Carmen, por dejar tus palabras de motivación y por tu tiempo de lectura. Un lujo contar con tu apoyo. Mis abrazos de amigo.

[Gerardo Mont]

Hallie, querida amiga, siempre es un lujo contar con tu apoyo. Además de una gran poeta, tienes un gran corazón. Eres, lo que creo debe ser un poeta en sentido amplio: uno que escribe muy bien, pero que además es coherente con lo que escribe. Mis abrazos sincerísimos.

[Gerardo Mont]

Gerardo, me parece un escrito muy ingenioso y profundo. Es un monólogo, donde la voz se presta a varios pensamientos y los pensamientos tienen aura de personaje místico. Muy bueno, amigo, porque facilitas a que el lector no estalle directamente en el muro de verdades sino le propones esas ventanas transparentes de uno mismo. Mi abrazo y felicitaciones sinceras.

Marius estimado poeta, un gusto y un lujo contar con tu paso y con tu amable comentario. Se agradece tu profunda lectura y el tiempo que has ocupado. Un abrazo grande y sincero.

[Maria Pilar Gonzalo]

Me ha encantado encontrarte en estas manos de la orilla.

Estoy segura que yo he brindado en ese "plin" a pocos metros de distancia.

Un lujo leerte.

Abrazos grandes.

[Gerardo Mont]

María Pilar, muchas gracias por tu amable paso y tu motivador comentario. Un gran abrazo desde Costa Rica.

[Virginia Nas]

[Gerardo Mont]

Gracias Virginia por esos aplausos que inmerecidamente me regalas. Un gusto saber de tu lectura. Un gran abrazo.

[Ventura Morón]

*De nuestra biblioteca de prosa,
para el disfrute de todos

[Gerardo Mont]

*De nuestra biblioteca de prosa,
para el disfrute de todos

Gracias mi estimado Ventura por subir este intento. Un gran abrazo.