Lobo

[pedro arguedas ibáñez]

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[Blanca Sandino]

Mi abuelo me enseñó la belleza del lobo. Y la del oso (jolines y ambos dan un miedo...)

Aprende de ellos, me dijo. No es fácil ser buena persona-


Hablas de cosaas que yo entiendo y no sé explicar. Por ello, y otras cosas, agradezco mucho tus poemas,

Blanca

En la tormenta la canción y el pulso,
el eco sagrado de lo natural,
la esfinge y el prodigio y el viajero que aletea hasta la muerte bajo la sombra del rayo
y que es el rayo mismo y la prolongación de una idea que basta para quedarse quieto y podrido y hueco como un árbol
negro sobre la pálida arena de un mediodía eterno como el acorde que sostiene los cielos.
Y cambia de lugar el lugar y la atonía es un espacio donde meter los dedos y vomitar esa estrella que orbita en el enigma del estómago,

(...)

Brasas del rayo al piel del tronco crecido, alimentado por el fuego que avanza por las venas haciendo figuras como vulvas y falos sin nada alrededor,
y arriba en la copa un pájaro hundiéndose en el pecho el pico como quien cava en el cuerpo su tumba y ve fluir la carne del espiritu que aletea furiosa
y prendida de la sangre que después abandonará
como al árbol y a los gusanos.
Y hasta aquí la identidad, el homúnculo.
Bienvenido a la silueta,
Lobo,
rosa
de lo no poemado.
Atravíesame,estoy vacío,soy un ejército de mujeres encinta del sol entrando en una madriguera,

(...)

Lobo,
soy tu zarpa milenaria y el diamante de tu diente y viajo en tu pelaje mientras dejo atrás todos mis cadáveres,
pulpa blanca de lo negro
Y te digo,
bienvenido, Lobo,
somos la tragedia del más allá
de un horizonte que no existe.

[pedro arguedas ibáñez]

Soy entonces, desde ya, un admirador de tu abuelo. Gracias por leerlo. Un abrazo.

[Sara Castelar Lorca]

Atravíesame,estoy vacío,soy un ejército de mujeres encinta del sol entrando en una madriguera,
ubres doradas y cabellos negros y manos como pabilos de una llama ya extinguida
y suspira el humo sobre la piel donde memoria no hay
y sólo se camina.


Desde luego Pedro que tu capacidad creadora no tiene fin, dejas un día la sorpresa dispuesta y cuando vuelves con otro poema la vuelves a dejar aún más. A eso se le llama ser poeta, poeta de la intuición, irremediablemente poeta.
Este lobo me lo llevo, y la estrofa que te destaco mejor clavarla en la memoria...

Un verdadero placer

Sara

[pedro arguedas ibáñez]

Gracias por tus generosas palabras, por tu lectura. Un abrazo.