Navidad por el Portal.

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

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Alfonso Alfaro
Mensajes: 261
Registrado: Jue, 12 Sep 2013 22:49

Navidad por el Portal.

Mensaje sin leer por Alfonso Alfaro »

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No es extraño que recuerde esto ahora cuando regresa la nieve. Cómo olvidar aquellos ojitos que se clavaban en los de la abuela, mientras yo trataba de tragar saliva. A partir de este instante todo sucederá ya con rapidez de vértigo.
Aquel invierno fue mucho más fugaz que de costumbre. Fue un día de diciembre, noche de Navidad. Una gélida brisa tocada por la mano invisible de la nieve llegaba desde las montañas, confundiendo la luz del comedor y sus mensajes. Apenas la escuché de lejos aparecer de entre las cortinas, mis ojos no podían ayudarme castigados por esa fría arena de diciembre, pero sí recuerdo su voz como aire que pasaba por el comedor. A veces su voz fue como un río en el que vi fluir toda mi vida.

No preguntes dijo... y sígueme. La seguí lentamente bajo aquella blancura perfecta de la nieve. Descubrí pisadas de pastores a punto ya de ser borradas, mientras sentía los copos estallar contra mis ojos y un misterio navideño crecer como la noche dentro de ellos. Sus huellas llegaban hasta la fuente, doblaban bruscamente por detrás de las lavanderas y se perdían a lo lejos entre los muros de la iglesia. Parado en el extremo de la calle contemplé estremecido la soledad inmensa de los pastores en torno mío.
Escuché unos instantes; sólo mi propio aliento rompía las láminas heladas e infinitas del silencio. Me encogí en el chaleco de lana para tratar de protegerme de la nieve y seguí caminando tras el rastro misterioso de aquella mujer. Atravesé de este modo todo el portal, atento a cualquier ruido y deteniéndome interrogado por un soldado a cada paso, hasta que pasados ya los muros del castillo, las huellas de la nieve comenzaron a hacerse más limpias y profundas y la sospecha de su proximidad a convertirse en un presentimiento.
La vi claramente, al fondo de la calle, seguida dócilmente por un perro a punto de perderse por la senda del bosque, y en ese instante supe que ya nunca más habría de olvidar aquella imagen: en medio del silencio y de la nieve, entre la desolación y las ruinas de las casas, vagaba por el portal como una aparición o un aura irreal. Alrededor de su cuerpo la vestía un vuelo amarillo de flores enredadas. Sobre la cabeza más vuelos de cabellos, un velo ancho y verde con puntadas azul celeste dando sombra, oscureciendo tenuemente sus ojos brillantes y sus labios nacarados. Habitaba un gran halo de luz como una gloria levitando sobre la nieve. La luz daba sobre un río de plata y la corriente abrigaba a un niño manchado de nacimiento hacia un destino. Me vi bebiendo el río, escuchando hasta acabarlo. Lloraba el niño, lloraban los dos por lo desconocido, aunque esperasen la risa. Pero la risa rodaba en una bola de nieve portal abajo por el comedor, haciéndose cada vez más grande hacia la imaginación más excesiva. Aquella mujer atrapada en un embarazo de agua y voz buscaba alerta al recién nacido. De pronto le creció el amor entre las manos hasta hacerse destino.
Contra el viento que se llevaba aquellos cabellos, el velo, mi sueño... Comprobé que otro niño acababa de sonreír entre los brazos conmovidos de su abuela mientras explicaba el porqué de aquel río de plata en el portal de Belén. Un agua que no sonaba, que dudaba fuese un río.

En casa de la abuela nevaba Navidad sobre el portal construido en el lecho del tiempo y de la infancia. El portal se me hacía pequeño y la costumbre me helaba las mejillas. Había escarcha en los cristales y otra luz distinta en el pasillo y un silencio alegre en el Belén. A mi regreso, al aspirar con la vista el panorama limpio del comedor, el olor de los libros, el mantel minuciosamente bordado a punto de cruz y el milagro de los regalos por abrir, me di cuenta que nevaban copos de vida palabra por palabra.
Jugaban los niños y se respiraba tenue la alegría en medio de todo, había tanto bullicio, había tanto que recordar. Por fin sonrió el niño Jesús entre los muros, donde no fue difícil verle porque penetraba un raudal de luz. Allí estaba su figura, pequeña talla hecha de brillos. Encorvadas sobre un río de aluminio donde reposaba el agua de otro tiempo, entonaban villancicos las lavanderas con aquel movimiento de dulzura que a todos nos tenía en vilo.
Navidad, dulce Navidad, regresas con nieve en los ojos rompiendo el calendario, cubriendo el suelo del comedor con una eterna oración. La abuela sabe que durarás lo que se tarda en cruzar el pasillo, sabe que eres tiempo. Por eso cuando enciende las luces de colores lleva a su nietecillo por el portal adentro enseñándole los peces, el ganado y los pastores de la verdad. Y mientras retoza el perro detrás de la Virgen María, el agua del río invisible pasa delante de sus ojitos sin detenerse a su lado. Explica la abuela al pequeño los menudas verdades de cuanto ve, los diminutos brillos de la realidad de todo aquello, para que vaya poco a poco alimentando su alma. Pero él miraba y comprende con su propia ciencia el trasfondo de todo y si dice, José, María y el Niño Jesús, está más dentro y más cerca de todo porque encuentra otra dimensión de todo cuanto va viendo.
Gracias al pequeño la abuela olvidaba y yo sonreía, pensando que tal vez, en realidad, la Navidad sea tiempo de repasar el año y sus alegrías.
"Hoy quiero dejarte la palabra equilibrada que acerque tu mundo con el mío... sin tocarte. Tengo además un beso en el bolsillo para darte junto con un copo de nieve blanca, para tu caja de recuerdos." Engel
Hallie Hernández Alfaro
Mensajes: 19647
Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Muy hermoso y con imágenes llenas de sentimiento Alfonso. Los paisajes se sienten en cada frase que repira calidez de afectos, hogar, infancia y recuerdos. La nieve, su silencio, la bondad de sus tejados, el olor a nuevo aire que deja trás su paso.
Es muy particular tu manera de narrar interiores y unirlos a la naturaleza de manera sólida y noble.

Aplausos y muchas gracias por compartir!

Abrazos fuertes.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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Carlos Justino Caballero
Mensajes: 4070
Registrado: Lun, 29 Abr 2013 21:47
Ubicación: Córdoba - Argentina
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Alfonso Alfaro, adelantándote unos días nos regalas estas bellas imágenes. Gracias, Alfonso.
Hallie Hernández Alfaro
Mensajes: 19647
Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

Sube para deleite de todos.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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