Ignacio Mincholed escribió:...
La calle sin tu presencia es un trámite, una mentira,
es un tumulto de sombras que la ocupan
en tránsitos que no importan a mis ojos en vigilia.
Me distrae algún chiquillo, una hoja, una risa, un ciego,
y quizá - me tortura - te perdí en un parpadeo,
en un guiño breve al mirar a un gato beber
en los charcos de esas aguas funerales
que las noches guardan hasta que el sol las arrebata
de las llagas en los cuencos adoquines,
granito que pronuncia el nombre de tus tacones.
Esos que me advierten de tu fragancia previa a tu silueta
entre aromas a riego, a cal, a cristal, a goma, a sal,
y entre ellos tu piel siena efervescente de luna
en ese recto caminar, vaivén hipnótico contra el azul.
Y no vienes, o no llegas.
Y los bares van cerrando.
Despunta un brillo de brasas en la laguna de grises
y no has caminado la calle desde la plaza hasta la esquina
y aun así huele a naranjos desprendidos de tu cintura
ayer, u otra noche; no recuerdo, aquella única y perfecta
en que tu nuca dejó a su paso mi imaginación en quiebra.
Amanece más
y alargada en soledad cubre tu calle mi sombra.
...
Te felicito Ignacio por tan merecido reconocimiento. Nos envuelves con esa angustia enamorada, nos cubres totalmente con tu sombra por esa sinigual calle. Un fuerte abrazo, ERA