
El ritmo de la soledad
Mi sombra no es mi sombra
soy yo en gotas del tiempo,
la voz del destino colgado en el polvo
en gritos de frío ahorcando los pasos;
los pasos de arena impacientes
después de hacer morir la playa
cubierta de labios irresistibles, de viento
y agua, herida.
Es el olvido que despierta en la noche
que respira los rincones de lo que no existe,
que habla del fondo de los mares antiguos
arrasando los demonios de los días largos;
de los días largos que descienden desde el cuello,
de la carne de los recuerdos
que beben las páginas blancas,
hasta los pies de la vida en ruinas.
Y apaga los rencores y miedos,
huye de la luz del mundo vacío,
de las paredes de las casas de sangre,
de la hoguera de las horas;
de las horas en guerra de estrellas y soles
aullando los ecos de las brasas mudas,
el ritmo de la soledad invisible
y el futuro que sigue siendo muerte.