Res

[Bruno Laja]

Su joya es el cencerro en el que nadie ha escupido.
No pendió de res ninguna.
Nació con él. Su ombligo no lo hallaron porque una suave tempestad
quebró los ornamentos de la vida.
Nació con él pero también le fue restituido
si lo llamaban sin pensar, sólo mirando la corriente
que arrastraba los restos de su nombre;
su sonido era el recuerdo de ponerse en pie y sostener un báculo
sabiendo que hacer no se sostiene.
Y después dormir y no callar;
la cama rodeada,
el nombre a medio hacer y un cargo de conciencia en el cuenco de la mano:
con éste dedo matarás, con éste volverás,
con éste no podrás perderte, será una linterna para andar en la luz;
con éste verás el eco de los cuerpos en un charco en el que no está tu cuerpo;
con éste te cobijarás, borrarás los tatuajes de la lengua,
y éste, sólo éste,
entrará y se reproducirá y poseerá todos los órganos
de modo que todo lo sentido será el viaje de este dedo
y todos los sentidos se reunirán allí donde descanse
y el silencio huirá de tu joya.
Su cencerro lima las escaleras,
su cencerro se agita un poco y el eco se busca el corazón en todos los pechos.
Así entré donde tenías las cosas abandonadas dentro de la casa recién construida.
Servían para ocupar el afán y el molino de las cosas me miraba.
Estaba en el proceso, ¿entiendes?, en el proceso de no saber usarme.
Ahora ando llevando el vacío de una capacidad a otra y los instrumentos que me engañan
son los más parecidos a mí.
Repito que su joya es el cencerro en el que nadie ha escupido.
Tiene el brillo profundo de algo que es cedido para que la oscuridad cambie de carne.
Repito: suéname en lo sobrante.

[Marius Gabureanu]

Una atmósfera irrefutable, Bruno, para evocar los átomos de las culpas, luego mencionas la razón del sacrificio.

Su cencerro lima las escaleras,
su cencerro se agita un poco y el eco se busca el corazón en todos los pechos.
Así entré donde tenías las cosas abandonadas dentro de la casa recién construida.
Servían para ocupar el afán y el molino de las cosas me miraba.
Estaba en el proceso, ¿entiendes?, en el proceso de no saber usarme.
Ahora ando llevando el vacío de una capacidad a otra y los instrumentos que me engañan
son los más parecidos a mí.
Repito que su joya es el cencerro en el que nadie ha escupido.

Me faltan las palabras para resumir este gran poema, de los mejores que he leído, de los que regalan un cúmulo de experiencias tras el dolor al amar.

[Macedonio Tracel]

mi admiración...
quedé agotado como habiendo recorrido sonidos profundos, subsonidos.
hay algo de primario, de latencia en la referencia al cencerro y su brillo, su sonido, algo en el juego de los dedos que queda al principio de nuestra mente.
abrazo

[Israel Liñán]

Coincido plenamente con Marius y Macedonio, magno poema Bruno, te arrastra su lectura, te remueve, hay algo de primario, seguro, de culpas, de sacrificio...

Me gustó, y dejo este comentario en plena digestión poética, apoyándome en las palabras de los compañeros por ser incapaz de expresarme como el poema merece.

Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Sacrificio y pureza en la materia roja; esa clave de hierro que marca la vida tan cerca de la muerte. Invicto y trasmisor va tu poema en los eferentes humanos.

Salud, felicidad y montones de aplausos, Bruno.

[Josefa A. Sánchez]

Aplaudo porque me quedé sin palabras.
Un abrazo.
Pepa