
El piojo sabio
Todo en ella era anedótico;
sus pendientes,
sus piernas,
sus labios,
sus sonrisas
como un repuesto sin fin para las ocasiones.
Pero yo no puedo renunciar a mi barba
y entre los pelos
largos y despeinados de mi enorme cabeza
se columpiaba el piojo sabio.
Vivíamos juntos;
ella con sus anécdotas,
sus pendientes,
sus piernas,
sus labios,
sus sonrisas
y yo con el contenido irracional
hasta el fondo de los zapatos.
Julio Glez. Alonso
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