LA VOZ DORMIDA

[Miguel Alcantud]

Cuando el último faro languidezca
buscaré un lugar donde olvidarme,
una piel para cubrir los sueños,
una arena de palabras para ocultarme,
y me iré como vine a los espacios
vacíos de recuerdos,
como el aire.

Dejaré el mar abierto a tu mirada,
un trozo de madrugada donde escribirte,
un lecho tibio para abrigarte
y jirones del alma
para encontrarte a la vuelta del vuelo
si regreso.

Escribiré tal vez la voz dormida,
aquella que no pudo ser sincera,
que se ocultó en los bosques de la duda
de los sordos oídos del deseo,
y a la limosna escasa de la lujuria
cobardemente huida en la batalla final
de recordarte.

Ascenderé a los cielos de tu mente
entre las líneas eternas del poema,
seré camino en la voz del caminante,
llanto amigo en las tierras de la pena,
hojas sin árbol y olvido en los estantes,
tal vez consuelo y aviso a navegantes,
o solo compañero de ausencias
y soledades.

Regresaré a los besos que he perdido
del cuerpo que quise tener
y nunca tuve,
a la mirada dulce,
eterna en la distancia,
a rezarte en la boca plegarias de avaricia
y dejar la caricia que nunca supe darte,
y amarte hasta el eterno final
de este viaje.

[Isabel Moncayo]

Me quedo siempre con la fuerza evocadora de tus poemas, Miguel, así como el sentimiento amoroso que por mucho que digan que está manido nunca lo estará y tú lo demuestras en tus poemas.

Un abrazo.

[Miguel Alcantud]

Me quedo siempre con la fuerza evocadora de tus poemas, Miguel, así como el sentimiento amoroso que por mucho que digan que está manido nunca lo estará y tú lo demuestras en tus poemas.

Un abrazo.

Muchas gracias amiga Isabel por tus palabras y por tu tiempo. Un abrazo