REFLEXIONES DE UNA ESTATUA

[Roberto López]

Desde el templete, los cuerpos agachados de los hombres
no dejan traslucir dolor, ni el sudor de sus cuerpos ajados
perturba la aromada presencia de las flores.
El sol que los surcos recubre de coriáceos terrones
parece amable desde los altos arcos del cenador de piedra.
¡Qué dulces son las horas! El tiempo se ha aliado con las frescas
sombras, y las guirnaldas orlan de luz los huecos de los ventanales.
Hasta el lejano sufrimiento de las gentes, sordo por la distancia,
necesario en el orden de las cosas que emanan de los dioses,
añade un toque de color en la compleja escena de los días.
Ser dios es una esencia condensada en la resignación de la indolencia.
Y aquí, desde el templete amurallado que domina el mundo,
hierática y atroz mi efigie reflexiona y el orbe se mantiene
imperturbable en la quietud de las conciencias.

[Julio Gonzalez Alonso]

Magnífico, Roberto. Así a cualquiera le dan ganas de ser estatua... Bromas aparte, tu poema expresa con sentida emoción la escena descrita, percibiendo la lejanía y -paradójicamente- la proximidad al acontecer de cuanto vive a nuestro alrededor, a poco que nos paremos a observar... y sentir, que es lo que tú has hecho de manera estupenda. Con un abrazo.
Salud.

[Marisa Peral]

Ser dios es una esencia condensada en la resignación de la indolencia.
Y aquí, desde el templete amurallado que domina el mundo,
hierática y atroz mi efigie reflexiona y el orbe se mantiene
imperturbable en la quietud de las conciencias.

Excelente poema, Roberto, sobre las reflexiones de una estatua que a mí siempre me han parecido tristes y enormemente heladoras. Dioses quizás pero inquietantes.
Un placer leerte.
Besos

[Pilar Morte]

Me ha gustado este poema que casi te hace sentir estatua. Muy logrados versos
Abrazos
Pilar

[Isabel Moncayo]

Te has metido dentro de la estatua, Roberto, yo creo que tienen alma, sí, me ha gustado mucho esta propuesta con imágenes bellísimas.

Un abrazo.

[Luis M]

Excelencia poética en cada uno de tus versos, Roberto, ...un magnífico y muy bello poema. Mi sincera felicitación poeta. Un abrazo.

[Josefa A. Sánchez]

Prescindimos de los dioses y lo relegamos a la soledad de los templos. Su condena es mirarnos desde allí, sin tener la capacidad real de influir en el rumbo de nuestras vidas. Me gusto el poema.
Un abrazo.
Pepa

[Pascual López Sánchez]

Un poema muy interesante que merece más de una lectura. Un saludo

[Liz Barrio.]

Un hermoso concierto de versos, realmente. Habrá que escucharlo y disfrutarlo una y otra vez.
Abrazos, poeta

[Guillermo Cumar.]

Buena mirada al mundo desde los ojos de estatua
que tan bien describes en estos versos repletos de lirismo.

un abrazo

Guillermo

[Ana Muela Sopeña]

Fabulosas reflexiones, Roberto.

Has conseguido escribir el poema desde la quietud imperturbable de una estatua...

Un abrazo
Ana

[Hallie Hernández Alfaro]

Hermosa creación, Roberto. Se lee en un suspiro y permanece en los estribillos del alma.

Estatuas: tan inmóviles, tan arcanas, tan vivas.

Un abrazo y mi sincera enhorabuena.

Hallie

[Marius Gabureanu]

Magnifico poema reflexivo, Roberto y el cierre genial. Muy original el planteamiento.


Ser dios es una esencia condensada en la resignación de la indolencia.
Y aquí, desde el templete amurallado que domina el mundo,
hierática y atroz mi efigie reflexiona y el orbe se mantiene
imperturbable en la quietud de las conciencias.


Mis aplausos, feliz fin de semana.

[Roberto López]

Magnífico, Roberto. Así a cualquiera le dan ganas de ser estatua... Bromas aparte, tu poema expresa con sentida emoción la escena descrita, percibiendo la lejanía y -paradójicamente- la proximidad al acontecer de cuanto vive a nuestro alrededor, a poco que nos paremos a observar... y sentir, que es lo que tú has hecho de manera estupenda. Con un abrazo.
Salud.

Nos son ajenos y lejanos los dioses, amigo Julio. Pareciera que el dolor humano es premisa para su existencia. Un abrazo.

[Roberto López]

Ser dios es una esencia condensada en la resignación de la indolencia.
Y aquí, desde el templete amurallado que domina el mundo,
hierática y atroz mi efigie reflexiona y el orbe se mantiene
imperturbable en la quietud de las conciencias.

Excelente poema, Roberto, sobre las reflexiones de una estatua que a mí siempre me han parecido tristes y enormemente heladoras. Dioses quizás pero inquietantes.
Un placer leerte.
Besos

Y, sin embargo, ¿por que el hombre los busca constantemente? Un abrazo.