Ronald Bonilla escribió:Dejaste las huellas, casi invisibles,
sonrisa de la lluvia temprana
que puso blanco el horizonte
contra el verdor oscurecido;
¡lo que vales, sonrisa,
lo que vales!
Lo que intentas,
seductora de todos los caminos,
morena del sol, esa caricia
y lo que cuesta…
ínfimo granito, Dios,
con que sembraste las hogueras,
pensar que las espadas se ablandaron
al paso de unos labios,
y fue sed de palabras y de besos
esta señal de todas las mañanas,
esa tenue marca indeleble
con la que me cubro del frío,
daga circular que abre surcos
ciegos y rotundos.
¡Cómo vas pasando de los ojos al alma
sin pisar el olvido,
trizando las malezas
de la niebla y el miedo!
¡Cómo vas pasando hacia otras esferas
que ya estrenan tu gesto
de montaña hecha estrella!
Aunque lo niegues y escondas,
me diste una sonrisa
detrás de las premuras del milenio…
y estoy vivo.
Poema incluido en el libro Porque el tiempo no tiene sombra, 2001, Premio Nacional de Poesía, Aquileo Echeverría. Editorial Costa Rica.
Todo el poema es una delicia, pero esas dos últimas estrofas son magistrales.
Un abrazo, poeta