Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Pilar Morte escribió:Exculpamos un rostro feliz,
salgamos de esta masa quebrada
que nos está dejando
la tez inexpresiva o triste.
Nosotros, que conservamos la palabra
cuyo hábitat es tan profundo como el océano.
Todo alrededor grita fango, arenas movedizas donde no emerge
la fe ni el movimiento ayuda a salir a la luz.
No hemos de disiparnos, ni dejar volar la serenidad
que nos hace subir erguidos las laderas
buscando subsistencia.
Las hojas han caído de las hayas
sin saber si habrá primavera
y no sirve clamar al labrar la tierra
porque la lluvia y el sol no llegan a las raíces.
Hay mucha indefensión y tierra tapiada
para detener los gritos del sufrimiento,
y hacer oídos sordos a arrancar la avaricia.
A pesar de todo el frío de las almas los pájaros débiles y el sol tibio prometen que sin duda, sí algún día tendremos primavera, en eso estamos todos trabajando con el alma en el abismo y con tu canto.
Un abrazo,
Xaime
Pero no se harán con nuestra sonrisa,
hemos de aprender la alegría,
sujetarla hasta que se haga vicio,
costumbre que no cede a las dagas,
y compartirla como compartimos el aire,
la calle o la alborada.
Gracias por tus palabras generosasJUANPABLO escribió:Pero no se harán con nuestra sonrisa,
hemos de aprender la alegría,
sujetarla hasta que se haga vicio,
costumbre que no cede a las dagas,
y compartirla como compartimos el aire,
la calle o la alborada."
Pilar Morte
* * *
Estimada Pilar,
eso es tozudez,
tenacidad en positivo.
Tendríamos que tomarnos en serio
el hacer esclava de nosotros
a la hermosa alegría,
e ir repartiendo sonrisas
y tirarnos de cabeza
al vicio de la risa
en lugar de mirar a los otros
con gesto desabrido,
desconfiado y hosco...
Un hermoso poema,
este tuyo de hoy.
Un abracibeso.
(palabra inventada por mí
y que espero me acepte la RAE).
* * *
Preciosos y reflexivos versos. Mi felicitación sincera.Pilar Morte escribió:Exculpamos un rostro feliz,
salgamos de esta masa quebrada
que nos está dejando
la tez inexpresiva o triste.
Nosotros, que conservamos la palabra
cuyo hábitat es tan profundo como el océano.
Todo alrededor grita fango, arenas movedizas donde no emerge
la fe ni el movimiento ayuda a salir a la luz.
No hemos de disiparnos, ni dejar volar la serenidad
que nos hace subir erguidos las laderas
buscando subsistencia.
Las hojas han caído de las hayas
sin saber si habrá primavera
y no sirve clamar al labrar la tierra
porque la lluvia y el sol no llegan a las raíces.
Hay mucha indefensión y tierra tapiada
para detener los gritos del sufrimiento,
y hacer oídos sordos a arrancar la avaricia.
Pero no se harán con nuestra sonrisa,
hemos de aprender la alegría,
sujetarla hasta que se haga vicio,
costumbre que no cede a las dagas,
y compartirla como compartimos el aire,
la calle o la alborada.
Jose Sierra escribió:Pilar Morte escribió:Exculpamos un rostro feliz,
salgamos de esta masa quebrada
que nos está dejando
la tez inexpresiva o triste.
Nosotros, que conservamos la palabra
cuyo hábitat es tan profundo como el océano.
Todo alrededor grita fango, arenas movedizas donde no emerge
la fe ni el movimiento ayuda a salir a la luz.
No hemos de disiparnos, ni dejar volar la serenidad
que nos hace subir erguidos las laderas
buscando subsistencia.
Las hojas han caído de las hayas
sin saber si habrá primavera
y no sirve clamar al labrar la tierra
porque la lluvia y el sol no llegan a las raíces.
Hay mucha indefensión y tierra tapiada
para detener los gritos del sufrimiento,
y hacer oídos sordos a arrancar la avaricia.
Pero no se harán con nuestra sonrisa,
hemos de aprender la alegría,
sujetarla hasta que se haga vicio,
costumbre que no cede a las dagas,
y compartirla como compartimos el aire,
la calle o la alborada.
Precioso este mensaje de esperanza, esta instantánea social tan actual, implicados los versos que suplican versos a los que hacen de sus letras voces. Mi poeta social preferida. Un abrazo.
Jose Sierra escribió:Pilar Morte escribió:Exculpamos un rostro feliz,
salgamos de esta masa quebrada
que nos está dejando
la tez inexpresiva o triste.
Nosotros, que conservamos la palabra
cuyo hábitat es tan profundo como el océano.
Todo alrededor grita fango, arenas movedizas donde no emerge
la fe ni el movimiento ayuda a salir a la luz.
No hemos de disiparnos, ni dejar volar la serenidad
que nos hace subir erguidos las laderas
buscando subsistencia.
Las hojas han caído de las hayas
sin saber si habrá primavera
y no sirve clamar al labrar la tierra
porque la lluvia y el sol no llegan a las raíces.
Hay mucha indefensión y tierra tapiada
para detener los gritos del sufrimiento,
y hacer oídos sordos a arrancar la avaricia.
Pero no se harán con nuestra sonrisa,
hemos de aprender la alegría,
sujetarla hasta que se haga vicio,
costumbre que no cede a las dagas,
y compartirla como compartimos el aire,
la calle o la alborada.
