Te has colgado de mí como una sartén al clavo,
como un asa a la botija,
como cien avemarías preñadas de padrenuestros.
... y yo... tan boba...
sólo miro al horizonte por si destiñe su raya
y pinta de azul marino el suspiro que amanece,
- ( tibio, como una cosquilla caracoleando el vientre ) -
donde se anuda el ombligo.
¡ Qué tontos... qué bobos fuimos
tú,
tan colgadito a mi hombro
y yo
soñandote logaritmo acurrucada a tu base !
(Alicante, mitad de un junio glorioso y tibio, con mar suavito y temblón, y yo, buscando los exponentes de un "cuelgue" en ambas partes unido)