No hay destello más fuerte
que aquel de la palabra reventada
en las hebras de tus cabellos.
Redescubres la palabra con una aparente facilidad.
Un abrazo, poeta.
Luis Oroz.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Adrian Perez escribió:Compañero Ferreiro, realmente maravilloso, esas imágenes que dejas plasmadas, sentimiento y poesia de una gran altura compañero, es un placer disfrutar con tus letras, un abrazo.
Adrián.
Gracias Julián, celebro todas estas "mansedumbres" que derramas sobre este poema.julián borao escribió:Con mansedumbre pero con fuerza. Un poema excelente de elevado tono y una intensidad muy lograda en sus versos que se mantiene de principio a fin. Riqueza en la expresión y emoción en el mensaje, en fin, magnífico, amigo.
Un fuerte abrazo.
Julián Borao
Gracias chef, siempre es un honor tenerte por aquí.Luis Oroz escribió:Magnífica tu voz poética.
No hay destello más fuerte
que aquel de la palabra reventada
en las hebras de tus cabellos.
Redescubres la palabra con una aparente facilidad.
Un abrazo, poeta.
Luis Oroz.
Gracias querid amiga, por tu paso y comentarios.Yolanda *yocaro* escribió:.
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JJ, inconfundible tu pluma... placer la lectura.
Un abrazo
Yolanda *yocaro*
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Gracias por estar amigo Ricardo.Ricardo Serna G escribió:J J M
Genial su estilo
tema y ritmo
lo felicito, Maestro
Un abrazo fuerte
Gracias Pilar, está claro que la meteorología del alma es una ciencia que se averigua entre cerradas nieblas.Pilar Iglesias de la Torr escribió:JJ,
creo que ya te he dicho, cçomo "veo" la niebla avanzar en tu poema, como en mi presnete mesetario, tan familiar a ese estado anímico y metereológico
mil bicos........Pilar
J. J. M. Ferreiro escribió:Con esa especial mansedumbre
de la bruma inundando los pinares cuando la lluvia,
quise ver de lejos la luz
pero fui lanzado a las médulas,
desconcebido,
en un alumbramiento sin solución de persistencia.
Así he llegado a una comunión con la sangre;
río que me retorna no ya cuerpo —palabra;
con el cauterio inevitable de la carne en sus propios sacrificios.
Tómame en esa cifra
para atrapar la larva de hermosura en el aceite de tus labios.
Empápate con ella en manjar de locura y urdimbre del color:
No hay destello más fuerte
que aquel de la palabra reventada en las hebras de tus cabellos.
Fue el filo de esos labios quien tajó en mi sien dos relámpagos.
Así, rindo mi noche
a la glándula que mantiene el semen de la dicha.
Hay tanta asma,
tanta sal en los ojos, tanta voz sin instinto, sin el Dios,
y con ese ávido Ser en la codicia de los genes….
Me extravío en el cuerpo derramando la llama de mí mismo,
el disfraz tras la máscara de un fulgor en la muerte,
que fundamenta una eternidad destruida,
un vértigo cercano... de la luz.