La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Llegaste sonriente -el pelo recogido- y exultante.
Ofrecías tu mejor sonrisa y un cuerpo
exuberante de caricias. Fuiste a cerrar la puerta
y, sin embargo, se coló por debajo una pequeña
sombra. Es muy importante obturar las ranuras,
taponar agujeros, cerrar los orificios
para que no entren miasmas, ni fluya el éter,
ni el gas de la desidia expanda sus moléculas grises.
Es importante hacer que la alcoba no acoja
espacios siderales que achiquen la presencia;
que el albo campo sumergido en la charca de los interrogantes
no pierda sus irisadas formas ni el suave relieve
de las ondas. La sombra es amoral, copula
con los muebles gastados, polvorientos,
se funde con las migas de pan que el perro no ha comido;
con las manchas calcáreas que ensucian
los sanitarios del aseo. Sus aliados naturales
son arañas ocultas en los inextricables laberintos
de la nevera; los ácaros que medran
en las pulverulentas estructuras del abandono;
algún mosquito que olvidó dormir en el invierno;
y ese toque letal de la melancolía de antaño
que perdura en los viejos surcos del tiempo.
Y acecha, cuando logra acumular ejércitos hostiles
que atacan la frágil retaguardia: sus pituitarias
agotadas por el chanel número cinco de la culpa;
los ojos desgastados de tanto ver la realidad
como un andamio que sostiene
el edificio residual de los deseos;
los tímpanos que agitan vibrátiles temores,
agudos que transgreden el pentagrama último del grito;
las regiones profundas de la lengua, su retráctil tensión
a salirse del marco; la palma de las manos
agostada, segada la escritura de sus ríos
por el siroco de la inconveniencia.
La sombra dicta, impera, manda, castiga con rigor
la disidencia. A veces, consigue oscurecer
con sus pequeñas motas escindidas el sol
al que los hados encomendaron liquidar mi largo invierno.
Un gran aporte este poema, que ya había leído y vuelvo a disfrutar. Aplausos y abrazos de amigo.
"Para saber que sabemos lo que sabemos, y saber que no sabemos lo que no sabemos, hay que tener cierto conocimiento" (Nicolás Copérnico)
Ver es más que abrir los ojos y apuntar nuestras angustias. Es más que calibrar las agujas del pecho a la rutina.
( http://lascosasdelmonje.blogspot.com/ )
no tuve oportunidad de comentar este poema en su día y lo hago ahora, después de haberlo releído, impresionado por su calidad.
La sombra se convierte en una obsesión. Agotas sus características asociándola a todo tipo de entes, impresiones, imagenes, hasta retorcerla y convertirla en materia, tiempo... Haces lo que te da la gana, Roberto, como los verdaderos creadores.
no tuve oportunidad de comentar este poema en su día y lo hago ahora, después de haberlo releído, impresionado por su calidad.
La sombra se convierte en una obsesión. Agotas sus características asociándola a todo tipo de entes, impresiones, imagenes, hasta retorcerla y convertirla en materia, tiempo... Haces lo que te da la gana, Roberto, como los verdaderos creadores.
Me ha encantado.
Un abrazo
La sombra tiene el don de la ubicuidad, Pablo. Saludos.
Magnifico poema, Roberto, como todos los tuyos, sobre esa sombra que no deja de ser misterio, sombra amoral, como bien lo mencionas, finalmente sombra de las sombras. Excelentes imágenes. Mis abrazos y felicitaciones sinceras.
La sombra es amoral, copula
con los muebles gastados, polvorientos,
se funde con las migas de pan que el perro no ha comido;
con las manchas calcáreas que ensucian
los sanitarios del aseo. Sus aliados naturales
son arañas ocultas en los inextricables laberintos
de la nevera; los ácaros que medran
en las pulverulentas estructuras del abandono;
algún mosquito que olvidó dormir en el invierno;
y ese toque letal de la melancolía de antaño
que perdura en los viejos surcos del tiempo.