
USTED COMIO CON LA MANO.
Noble y contento un señor,
pasó por mi casa un día
y como una costumbre mía
de cristiano y servidor.
Le dije, ¡hasta el comedor!
Que la mesa está servía.
Y entonces vino Talía,
la montuna que yo tengo
sin postura, ni abolengo,
con un vaso de agua fría.
Trajo cuchara y cuchillo
servilleta y un mantel
y entonces le dijo aquel:
“el modo no es tan sencillo
de colocar al dedillo
el cubierto en su lugar,
hay que saber encuadrar
con elegancia la mesa
y dar al fin la sorpresa,
de comer para educar”.
Mi guajira al asuntar
mansa y sencilla señora
quedó marchita su flora
con ganas de sollozar.
Y yo que soy como el mar,
quieto y rebelde espaviento,
le dije, ¡agradecimiento!
A Dios tal vez sin parar
que la yuca en este hogar,
se come sin miramiento.
El hombre de nacimiento
vino desnudo a este mundo
como un gusano errabundo
y a partir de ese momento
sin gracia ni fundamento,
Vino a comer como humano.
¡Así que coma mi hermano!
Que mucho antes de esto,
sin cuchara y sin cubierto
¡Usted comió con la mano!
Nimaos.
Osmani Llombart.