
Hay días de grises y de ausencias.
de interminables montañas
de trastos, de ropa, de cuentas por pagar,
de vigilas y de cafés fríos.
Hay días para depositar el abandono
en el buzón del vecino
para coser la ira
entre los labios
y guardarse la ternura
en un bolsillo roto.
Hay días así,
donde se llora sin lágrimas
donde se guarda el amarillo
y se descobija el alma.
Días de deslucidas retiradas.