AQUELLA NIÑA (Para Ignacio)

[Josefa A. Sánchez]

Este poema nació de una conversación con Ignacio Mincholed y por tanto es suyo.
Aquella niña




Era una niña que escribía poemas.
Tenia ocho años, nueve años, diez años
y escribía poemas.
Infantiles. Ingenuos.
Saturados de lugares comunes.
Habitados de flores y de pájaros. De extraños misticismos.
Era un tiempo
en el que aun volvían las golondrinas.
En el que las palomas
aun no eran prostitutas.
En que el albatros volaba majestuoso
y aun no había caído,
derrotado,
en la sucia cubierta de algún barco.
Luego dieron los quince
y el primer gran amor, jamás correspondido,
sembró de lagrimas los ojos niños,
sembró de versos niños los cuadernos.
En los versos había besos soñados bajo el tupido almendro.
Ocasos en la playa.
Pero nadie quiso hacer conmigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Dieciocho, diecinueve.
La adolescencia se alejó a grandes saltos,
verso tras verso cargados en su espalda desnuda,
en dirección a la tumba donde habita el olvido.
Entonces, cualquier día, cuando estás distraída
intentando recordar un verso de Salinas
es cuando la vida te alcanza.
Y tienes que vivirla, no escribir sobre ella




Pepa


Bizkaia 29-4-2011

[lazaro Habana]

Me he quedado reflexionando, meditando...
La inocencia es desplazada por lo que llamamos adultez
y sin embargo, es como una involución
aunque apostemos a eso que equivocadamente llamamos experiencia.
Me ha gustado muchísimo en verdad Pepa..te felicito
De los poemas que denomino de la tercera fase.


abrazos


lázaro.

[Pilar Morte]

A veces tenemos sueños, y escribir es una forma de vivirlos o de sufrirlos. Luego llega la realidad que suple la palabra.
Qué bien has relatado la historia literaria de tu vida. Un placer haber entrado en este poema.
Abrazos
Pilar

[J. J. Martínez Ferreiro]

Entrañables recuerdos de la joven creadora.

“En el que las palomas
aun no eran prostitutas”

Estos versos son todo un síntoma de estos tiempos que nos toca vivir.

Biquiños, querida amiga.

[MarRevuelta]

Este poema nació de una conversación con Ignacio Mincholed y por tanto es suyo.
Aquella niña




Era una niña que escribía poemas.
Tenia ocho años, nueve años, diez años
y escribía poemas.
Infantiles. Ingenuos.
Saturados de lugares comunes.
Habitados de flores y de pájaros. De extraños misticismos.
Era un tiempo
en el que aun volvían las golondrinas.
En el que las palomas
aun no eran prostitutas.
En que el albatros volaba majestuoso
y aun no había caído,
derrotado,
en la sucia cubierta de algún barco.
Luego dieron los quince
y el primer gran amor jamas correspondido,
sembró de lagrimas los ojos niños,
sembró de versos niños los cuadernos.
En los versos había besos soñados bajo el tupido almendro.
Ocasos en la playa.
Pero nadie quiso hacer conmigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Dieciocho, diecinueve.
La adolescencia se alejó a grandes saltos,
verso tras verso cargados en su espalda desnuda,
en dirección a la tumba donde habita el olvido.
Entonces, cualquier día, cuando estás distraída
intentando recordar un verso de Salinas
es cuando la vida te alcanza.
Y tienes que vivírla, no escribir sobre ella




Pepa


Bizkaia 29-4-2011

Precioso relato que va pasando por la adolescencia y la juventud. Al final la vida toma la palabra y para bien o para mal, nos implica. Me ha encantado. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Es un bonito y nostálgico poema. Esas etapas de la vida: infancia, adolescencia, juventud, son quizá las más bonitas o la menos aquellas en que la vida se suele vivir con mayor esperanza. Te felicito por el poema. Un abrazo.

[Ramón Ataz]

un poema muy evocador, porque a la vista del aprendizaje literario, de las motivaciones infantiles o adolescentes que en él relatas tan brillantemente, supongo que todos nos representamos nuestras propias vivencias entre versos. Yo al menos lo he hecho, y la nostalgia que destila el poema la he hecho propia.

Enhorabuena por el poema y un abrazo.

[E. R. Aristy]

Este poema nació de una conversación con Ignacio Mincholed y por tanto es suyo.
Aquella niña




Era una niña que escribía poemas.
Tenia ocho años, nueve años, diez años
y escribía poemas.
Infantiles. Ingenuos.
Saturados de lugares comunes.
Habitados de flores y de pájaros. De extraños misticismos.
Era un tiempo
en el que aun volvían las golondrinas.
En el que las palomas
aun no eran prostitutas.
En que el albatros volaba majestuoso
y aun no había caído,
derrotado,
en la sucia cubierta de algún barco.
Luego dieron los quince
y el primer gran amor jamas correspondido,
sembró de lagrimas los ojos niños,
sembró de versos niños los cuadernos.
En los versos había besos soñados bajo el tupido almendro.
Ocasos en la playa.
Pero nadie quiso hacer conmigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Dieciocho, diecinueve.
La adolescencia se alejó a grandes saltos,
verso tras verso cargados en su espalda desnuda,
en dirección a la tumba donde habita el olvido.
Entonces, cualquier día, cuando estás distraída
intentando recordar un verso de Salinas
es cuando la vida te alcanza.
Y tienes que vivírla, no escribir sobre ella




Pepa


Bizkaia 29-4-2011

"Entonces, cualquier día, cuando estás distraída
intentando recordar un verso de Salinas
es cuando la vida te alcanza.
Y tienes que vivírla, no escribir sobre ella"


Me maravillas Pepa, te felicto, lo mismo a Ignacio.
Abrazos,
ERA

[Josefa A. Sánchez]

Gracias, Lazaro, por llegar tan temprano y dejar constancia de ello.
Un abrazo.
Pepa

[Josefa A. Sánchez]

Gracias, Pilar, por tu visita. El placer siempre es mio.
Un abrazo.
Pepa

[Concha Vidal]

Josefa, este Desayuno con Poema, que me acabas de facilitar, no está pagado con nada.

Es algo tan tierno y tan profundo a la vez, que me ha dejado un tremendo sabor a buenos días y pan caliente.

Un abrazo a ambos.

[Borja Martínez]

Me ha gustado esta evocación, los versos son una delicia.
Saludos.

[Josefa A. Sánchez]

Gracias J. J. por venir a mis versos y contarmelo.
Un abrazo.
Pepa

[Ignacio Mincholed]

Pepa, qué decirte...
Gracias.

Un abrazo,
Ignacio

[Julio Gonzalez Alonso]

Magnífico, Pepa. Ese discurrir por el filo del amor y los sentimientos es conmovedor y tan real que a cada uno se le representan todas las edades que nos traes. Con un abrazo.
Salud