Pablo Ibáñez escribió:Lo que guarde la noche.
Dispones de un préstamo de horas
para que un cuerpo externo te defina,
se adueñe de tu mano y te conduzca
al límite de ti,
al borde de la piel, para que saltes.
Digamos seiscientas treinta mil
doscientas quince horas, por ejemplo;
un crédito de vida innegociable
penado a consumirse en la trastienda
del mecánico amor que perpetramos
-la inercia que nos une y nos divide.
Es claro que no quieres ser mi perla
y dudas cuando puedes ser mi espina;
si no puedo ser yo quien te defina,
ve
y serás lo que de ti guarde la noche.
El azar me llevó a este poema. Lo he leído con mucha atención, porque el primer verso abre un abanico de expectativas para la curiosidad, para el que busca el placer estético/intelectual en un buen poema. He leído también los comentarios y tu autocrítica, estimado Pablo. Mi conclusión es que no existe tal debilitamiento que observas. El poema es, en su corpus semántico/formal, un granítico mensaje de alto nivel lírico y emocional. Justamente, esa segunda estrofa le otorga a la obra una encantadora palanca para mantener la atención. Así como Sabina dice: "diecinueve días y quinientas noches", una forma de expresión que atrapa, supongo que por inclusión de un elemento aritmético en lo poético, territorio contrapuesto al lirismo, pero que, por esa misma razón agrada. Agrada ver que unas cifras matemáticas se conviertan en versos, que la dureza expresiva de los números se trasforme en belleza lírica (es lo que siempre he sentido). Pero, más allá de esta disquisición, la cuestionada segunda estrofa, no sólo contiene esta gracia, sino, además, nos revela importantes incógnitas del argumento poético: "del mecánico amor que perpetramos" es sólo un ejemplo de la bellamente terrible realidad de ese amor que se busca reprochar. Si existiera una sospecha de explicitud en esta estrofa, sería sólo motivada por la contundente claridad de sus versos. Y sabemos que la claridad del contenido no significa explícito. Son conceptos muy diferentes que muchos poetas no desean advertir.
En síntesis, considero que este poema posee el aura de las obras eternas. La tercera estrofa es, definitivamente, un hallazgo, una victoria contra la rebeldía del estro.
Luego, formalmente, he disfrutado de la fuerza transmisora de los buenos endecasílabos. En la última estrofa he apreciado la desnuda soledad del verbo "ve" que adquiere una fuerza imperativa tremenda, y la naturaleza aparentemente dodecasílaba del último verso, se puede leer sin dificultad de la siguiente manera:
y serás (4) Este verso par, por su longitud silábica, no afecta al ritmo imparisílabo.
lo que de ti (5)
guarde la noche (5)
Donde las imperceptibles pausas creadas por los vocablos agudos, hacen posible una entonación sin estridencia. Por el contrario, este hecho suma al encanto rítmico del poema.
Te felicito, amigo. Creo que deberías sentirte orgulloso de este magnífico trabajo.
Un abrazo grande.
Óscar