El rostro se constela
entre pliegues de mística textura
cuando el verso desangra su memoria
cansado de vestir siempre silencios.
Estuvo tanto tiempo
entre rejas la frente pensativa,
que sólo el despertar de las vidrieras
deja ver el color de las bengalas
ocultas bajo cielos apagados.
Porque siempre perdido entre las cumbres
y anclado en el egoísmo de los mitos,
el ritmo dilatado de los sueños
fue la cripta fugaz
donde sobrevivieron los instintos.
Es ahora, mirándome a mí mismo
como un juglar que goza lo que siente,
cuando soy torbellino enamorado
capaz de ser la luz de las tinieblas.
Y así voy, de la mano del recuerdo
siendo voz de otro nuevo calendario.
*Andros
