LAS CALLEJUELAS DORMIDAS - Para José Manuel Saiz
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- Marisa Peral
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LAS CALLEJUELAS DORMIDAS - Para José Manuel Saiz
Por calles donde la luz se filtra vergonzosa, quizás, de vez en cuando, contaré algún que otro gajo de naranjas prendido en los aleros y balcones de los que cuelgan rastras coloradas de pimientos entre burdas y nobles ropas de trabajo.
Son esos lugares apacibles donde curiosas y tímidas ancianas juegan a la brisca sentadas junto a los portones, con una niebla de leña y olor a guiso recio flotando en el ambiente.
¡Es un ritual reconfortante el contemplar antiguas celosías y adivinar que, tras el gastado apresto de los encajes, hay ojos inocentes que nos siguen!
O presentir, tras las enmohecidas cancelas, patios que son pequeños reinos en los que siempre mandan los rosales para entregar una rosa distinta cada día:
las más perfumadas y erguidas, las que resplandecían casi con luz propia o las relegadas, cubiertas con suaves telarañas.
En el letargo silencioso de las siestas era el aire tan dulce que se saboreaba hasta el cansancio con la apacible necesidad de los conversos. Entre claroscuros jugaban las manos con sombras chinescas y un zumbido de moscas nos recordaba que había llagado la hora de la merienda: ¡limonada con masitas francesas horneadas!
A veces, cuando la tarde no tiene apenas resplandores, nos sorprendía el viento de poniente. Es como si los visillos se rebelasen detrás de los cristales emplomados. De pronto las calles se colmaban de lluvia. Una lluvia caliente y vaporosa con un susurro placentero y decoroso que le daba al ambiente una tibieza de crepúsculo, la paciencia del remanso, la claridad sumisa del río cotidiano.
Y al pasar la borrasca me enseñaron las calles ese fulgor que se volvía espacio y la vida volvía a sus portones y ventanas.
No he nacido yo para moverme en lujosas avenidas, sino en las callejuelas quietas y sombrías con caminitos y recodos donde también es posible descubrir una estrella.
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Marisa Peral Sánchez
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Re: LAS CALLEJUELAS DORMIDAS
Gracias por esta iniciativa.
Marisa Peral escribió:LAS CALLEJUELAS DORMIDAS
Por calles donde la luz se filtra vergonzosa, quizás, de vez en cuando, contaré algún que otro gajo de naranjas prendido en los aleros y balcones de los que cuelgan rastras coloradas de pimientos entre burdas y nobles ropas de trabajo.
Son esos lugares apacibles donde curiosas y tímidas ancianas juegan a la brisca sentadas junto a los portones, con una niebla de leña y olor a guiso recio flotando en el ambiente.
¡Es un ritual reconfortante el contemplar antiguas celosías y adivinar que, tras el gastado apresto de los encajes, hay ojos inocentes que nos siguen!
O presentir, tras las enmohecidas cancelas, patios que son pequeños reinos en los que siempre mandan los rosales para entregar una rosa distinta cada día:
las más perfumadas y erguidas, las que resplandecían casi con luz propia o las relegadas, cubiertas con suaves telarañas.
En el letargo silencioso de las siestas era el aire tan dulce que se saboreaba hasta el cansancio con la apacible necesidad de los conversos. Entre claroscuros jugaban las manos con sombras chinescas y un zumbido de moscas nos recordaba que había llagado la hora de la merienda: ¡limonada con masitas francesas horneadas!
A veces, cuando la tarde no tiene apenas resplandores, nos sorprendía el viento de poniente. Es como si los visillos se rebelasen detrás de los cristales emplomados. De pronto las calles se colmaban de lluvia. Una lluvia caliente y vaporosa con un susurro placentero y decoroso que le daba al ambiente una tibieza de crepúsculo, la paciencia del remanso, la claridad sumisa del río cotidiano.
Y al pasar la borrasca me enseñaron las calles ese fulgor que se volvía espacio y la vida volvía a sus portones y ventanas.
No he nacido yo para moverme en lujosas avenidas, sino en las callejuelas quietas y sombrías con caminitos y recodos donde también es posible descubrir una estrella.
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Marisa Peral Sánchez
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re: LAS CALLEJUELAS DORMIDAS
Una gozada pasear por tus calles de letras, tan bien urdidas que te invitar a entrar en sus misterios.
Muy buen ritmo, desde un punto de vista técnico.
Víctor
- Marisa Peral
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Re: re: LAS CALLEJUELAS DORMIDAS
Víctor Mallada Bayón. escribió:
!Qué bien lo cuentas!, Marisa.
Una gozada pasear por tus calles de letras, tan bien urdidas que te invitar a entrar en sus misterios.
Muy buen ritmo, desde un punto de vista técnico.
Víctor
Muchas gracias Victor, eres muy generoso y me encanta que te hayan gustado estas callejuelas.
El caso es que considero que fue un acierto que se pasasen las obras de prosa poética al foro de poemas porque quedaban bastante olvidadas.
Gracias de nuevo y un abrazo.
Marisa Peral Sánchez
- Marisa Peral
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Para José Manuel Saiz / Re: LAS CALLEJUELAS DORMIDAS
Marisa Peral escribió:
LAS CALLEJUELAS DORMIDAS
Por calles donde la luz se filtra vergonzosa, quizás, de vez en cuando, contaré algún que otro gajo de naranjas prendido en los aleros y balcones de los que cuelgan rastras coloradas de pimientos entre burdas y nobles ropas de trabajo.
Son esos lugares apacibles donde curiosas y tímidas ancianas juegan a la brisca sentadas junto a los portones, con una niebla de leña y olor a guiso recio flotando en el ambiente.
¡Es un ritual reconfortante el contemplar antiguas celosías y adivinar que, tras el gastado apresto de los encajes, hay ojos inocentes que nos siguen!
O presentir, tras las enmohecidas cancelas, patios que son pequeños reinos en los que siempre mandan los rosales para entregar una rosa distinta cada día:
las más perfumadas y erguidas, las que resplandecían casi con luz propia o las relegadas, cubiertas con suaves telarañas.
En el letargo silencioso de las siestas era el aire tan dulce que se saboreaba hasta el cansancio con la apacible necesidad de los conversos. Entre claroscuros jugaban las manos con sombras chinescas y un zumbido de moscas nos recordaba que había llagado la hora de la merienda: ¡limonada con masitas francesas horneadas!
A veces, cuando la tarde no tiene apenas resplandores, nos sorprendía el viento de poniente. Es como si los visillos se rebelasen detrás de los cristales emplomados. De pronto las calles se colmaban de lluvia. Una lluvia caliente y vaporosa con un susurro placentero y decoroso que le daba al ambiente una tibieza de crepúsculo, la paciencia del remanso, la claridad sumisa del río cotidiano.
Y al pasar la borrasca me enseñaron las calles ese fulgor que se volvía espacio y la vida volvía a sus portones y ventanas.
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Marisa Peral Sánchez
- José Manuel Sáiz
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re: LAS CALLEJUELAS DORMIDAS - Para José Manuel Saiz
Mi poema es una revisión de un poema antiguo que se titulaba LAS CALLES ESTRECHAS, y que he corregido para mejorar el ritmo y la acentuación.
La descripción de esas calles por el ojo de un poeta, hace que se compartan imágenes similares; luego está el saber hacer y el arte de cada uno, y tú en eso, derrochas maestría.
Un fuerte abrazo y enhorabuena por ese escrito que se me había pasado (por desgracia no suelo entrar al foro de prosa).
Muchas gracias por la dedicatoria, querida amiga.
J. Manuel