
¡Era un niño enamorado!
a todos le repetía
¡Como la quiero! Decía
me asombra su bella tez.
Con ella, se sentia pez
sí, a su parlar se le unía,
y fue ahogo en los adioses.
¡Sin Calé, el Sol no salía!
¡Sus guiños, su risa es mía,
y mías son las mañanas!
De regaños, no se fía,
lo da todo por mirarla.
¿Su libertad encerrarla?
¿Como? Sí, al verla, es volátil!
Sus labios, son algodones,
del amor, sabor a dátil.
Este romance tan grácil,
es de los tiempos de niños,
sin malaventura. ¡Fácil
une, desune el destino!