
HURACÁN
Te lamentas, y desde tus entrañas
propicias la violencia de tu enojo,
devastas el entorno sin sonrojo,
baraúnda infernal, piel de castañas
que perforan el mundo cual pirañas.
Acomodas la médula a tu antojo
dispuesto a conquistar triste matojo
de la tierra febril, con tus guadañas.
No concurre un refugio que lo evite,
ni puede soslayarse la sentencia;
ni un fuerte corazón que no palpite
al paso gigantesco del desquite
que irrumpe huracanado de impaciencia,
orfandad que se fija y que trasmite.