
Vencidos los silencios.
Anegados los ojos en llanto…
Vertidos los ocasos en el maremágnum de tu boca;
inertes las bondades, los intentos, las proclamas.
Agujereados los sentidos, sin piedad, sin anestesia,
dulcificados apenas por la oquedad de una noche intensa,
que se engulle en el ir y venir de la ruleta carnavalesca
de lo sueños.
Reflejos en el agua, de pieles que se rosan muy ligeras,
trashumantes, vírgenes de encuentros, opulentas en deseos.
Refrescantes espasmos que ondulan fascinantes a cada intento,
en cada arremetida gloriosa de nuestros cuerpos.
Enjambres que inventan panales en tu vientre,
y se confieren impetuosos en silencio…
Reflejos en el agua, de pieles que se rosan muy ligeras…
Trashumantes, vírgenes de encuentros, opulentas en deseos.
Rituales en invento, ponderados y gloriosos, los intentos.