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Trazaba un sendero el alisio
con hebras teñidas de plata
luciendo su velo de tul ilusión,
que al ponerse el sol,
dejaba entrever su rostro de verde foresta
sobre las faldas de la vieja montaña.
¡Qué hermoso lienzo se pintaba
ante mis asombrados ojos
entre aires contenidos de nostalgia!
Noté pasear los espíritus
de Gara y Jonay, que de la mano
entre brumas flotaban
llenando el paisaje de hechizo
con el eco de sus voces olvidadas.
Su canto no sonaba a elegía
ni a llanto que quiebra solemne
la roca escarpada;
era un canto al sol y a la luna,
al hombre,la tierra y el agua,
era un silbo gomero lejano
tan claro y tan dulce,
tan lleno de lava,
que su fuego encendido se prendió
en las hondas raíces del alma.
Y estabas tu allí como estatua de luz
que extiende sus brazos
tocando la paz y el silencio,
que las hoces del valle infinito
celosas guardaban,
ocultando sus nubes de sueños
entre fallas y cárcavas.
Vive ya en mí para siempre
esa senda de magia encantada
que el valle escondía entre montañas,
y que una tarde vestida de ensueño
se quiso posar en mis ramas.
*Andros