y tomaste el air-bús de aquel albatros
( business-class y viento a la deriva)
templó sus alas en suave aterrizaje allí, donde la roca
tuerce el rumbo y hace gemir la cresta de las olas.
Y hablamos de eso que hablan los amigos,
del nombre de las cosas, del pan y la palabra,
y mientras te mostré la roca de las cinco
en pura comunión de sal y agua, sangrante por la ausencia,
erguida como un sol, orgullo y savia de aquel que sabe
- sólo él - a que saben los dedos despistando la palabra
y ver si saben sólo a beso.
Te fuiste caro amigo, esperando en el andén de las gaviotas
uno, dos, y tres graznidos, primer vagón y un chu-chu,
como de risas, de esas que sólo hablan los amigos.
(Qué tenue es la noche de hoy, veinticinco de Abril de dosmil diez en Alicante, se asombra el horizonte de lo conseguido)