Gotas de rocío
No soy quien soy sino lo que tú
quieres que sea,
una palabra que nunca he dicho,
un pensamiento con olor a golpe de alegría
que se descubre en el silencio de un libro;
la tranquila hoguera con señal de triunfo
que se acerca a ti como llaga arropada
por el vestido en luz
de un nuevo principio;
¿qué soy si no quiero perderte ante tus ojos
de dueña y señora del sol que baña mis sueños?
Igual que un mar en peligro
que con voz de fuego en gozo
desnuda el agua con el viento del recuerdo,
mientras el amor despierta con húmeda melodía
en perfecto idioma y dominio de las redes milagrosas.
Voy sintiendo en el camino, el suave dolor
de vida y muerte, muerte y vida;
todo es posible y cierto; más allá
de lo que soy,
y lo que he sido, el destello de la flor abierta
y la fuga de la sombra que ríe su vacío.
¿Tú desde el inmenso mundo podrás
coronar mi eterno suplicio con el milagro
de tu canto y un nuevo bautizo?
Y después, el aire me besará contigo
con las primeras gotas del rocío
y abrirá el sueño donde nada existe,
sólo tu cuerpo y el mío.
