tanta alegoría al ritual de la hojarasca
incitando el fuego para robarme un balcón.
Y ya que andás por acá,
ya que zumban los latidos despilfarrándote
con tantos agujeros en el sol,
con tantos laberintos de papel sin tinta,
abarrotados de grutas sin peaje,
llevate la distancia hasta que acabe la espera.
La huella se ha caído en mi vereda,
con tanta desnudez que se sonroja la veleta.
Tajante como la palabra olvido
pudenda como la sinfonía del recuerdo,
pálida y minúscula reyerta entre lo que soy
y lo que no digiero ser.
Con tanto vidrio en la mirada pluvial,
tanta tibieza de pan en el alma,
menos la cruz
me han quitado completa la utopía.
Tanta tristeza.
Y yo sin poder desvestirla.