Asertivo ausente.
Todo lo que llega en día viernes
muere sin dejar legado alguno.
Él, ha llegado en viernes,
luego, no me ha dejado legado alguno.
Demostración:
Como si no le bastara caminar sobre mis ojos,
ahora deambula consternado entre mis sueños.
Solo, retuerce las manos agasajándose con mi mirada,
porque sabe que esta misma noche las sobras de un tropezón
irán a dar junto al muro onírico que ostenta su nombre.
Complicado satélite que nos espía a ambos,
cargará el cuarto de vestido que usara esa misma noche
y sólo por esta vez se ha colado en los recuerdos.
Condensado suspenso de micrones de segundos,
ha dado el traidor, su giro más funesto.
El devenir de la sabatina causa impresiona.
La herencia mística se ha desplazado tres casilleros,
a la carrera, va mi dolor tras la avenida
como cada crónica diaria que resucita su intangible presencia.
Es viernes de otro año,
en otro paraíso acongojado que intenta la ingravidez
preñada del cartón obsoleto del olvido.
Perdida la mano, me arrojo al final.
(Manivela cuerda de un nivel de n dimensiones)
Es ahora que pende la esperanza sobre mi cuello,
mañana, me habré caído en sus pestañas.
Sodomizando el postre letrado de la tragedia griega,
el bardo oculto acaba de sentarse en el ágora
exonerando mi necesidad platónica.
Últimamente me alcanza con alguna mariposa,
y para comparar,
la venganza eólica me la saca de las manos.
Conclusión:
Tenés razón.
Soy matemáticamente inconsistente.
C'est la vie.