Románticamente hubiera preferido cruzarte en la lluvia,
pero, ésa soy yo.
Hoy, las paredes recitaban tus mandamientos,
y vi en el patio, lejos de nosotros,
un paraguas verde de dudosa reputación,
el cafetero de bucles raros y húmedos
y los apuntes de acento extraño
desenmascarando el misterio.
Lejos de mí,
circulan mojadas tus dudas,
la mismísima retórica de la decisión entre blancos y negros,
el diablo pataleando en tus poemas
mientras los juglares se silencian
a través del túnel de la memoria.
Paría la ausencia, una lágrima oscura,
disfrazada de aguacero,
de plantones en la equis,
y de igual modo, en la qu.
Yo miraba a los peatones,
todos imitándote,
tus despilfarradas zapatillas de lona negra,
la mano en la sien zurda,
discursos antropológicos,
traducciones al francés.
Esperaba melancólicamente una entrada fría
para merecer tu compasión,
algún beso que te sobre
y tus manos menguantes sobre mi duelo.
No estabas en el especular reflejo
ni en los ojos salpicados de la vereda
y a cada paso debí cargarte
aunque la ausencia lavara el paso de mi nombre
y sea así el destino quien nos despeje el camino
aunque todavía me lluevas, vos a mí.
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