Editorial Alaire

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 12:32
Conocimos la tempestad que hiere,
y la quietud tras cada herida,
-cada hora de mi tiempo es una pequeña herida-,
el color del cielo en las mareas,
los árboles inmóviles ante el devenir de las auroras.

Tú llegaste, como el otoño, al final del duelo,
con el fruto de la nieve a punto de florecer entre las manos,
con un pájaro dormido agitándose en el pecho,
con el sabor a hierro dulce en los labios
y, apenas, una brizna de ponto azul en la mirada.

Hay confusas señales en los cielos,
y las estrellas derraman en mi copa innumerables lágrimas de níquel.
¿Qué brisa u óleo te trajo hasta mí esta noche tan distante de la vida?
Yo que siempre he temido por mi suerte
y aún conservo todos mis sueños adentro de los párpados.

Marisa Peral escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 14:57 Una maravilla este poema, Ramón, reitero lo que dice Armilo, elPrior o San Serenín del Monte.

Felicidades y otro abrazo.

F. Enrique escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 12:52 Me ha gustado mucho tu poema, Ramón. Escribes muy bien, mantienes la esperanza en cada verso y un ritmo envidiable.

Un abrazo.

Armilo Brotón escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 13:10 Esto es un notable ejemplo de la versatilidad del Corumelo, no todo son los exabruptos de elPrior. El orondo Frodimir deja bien alta la lírica, la emoción, la dulzura y la impronta romántica que adorna, también, al monasterio. Y que nadie piense que esto es una forma de atraer novicias, que hay mucho mal pensado.
Buenos versos hermano, siempre estás a la altura.

Abrazote y nos vemos en el refectorio, tráete el julajó.

Marisa Peral escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 14:57

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 12:32
Conocimos la tempestad que hiere,
y la quietud tras cada herida,
-cada hora de mi tiempo es una pequeña herida-,
el color del cielo en las mareas,
los árboles inmóviles ante el devenir de las auroras.

Tú llegaste, como el otoño, al final del duelo,
con el fruto de la nieve a punto de florecer entre las manos,
con un pájaro dormido agitándose en el pecho,
con el sabor a hierro dulce en los labios
y, apenas, una brizna de ponto azul en la mirada.

Hay confusas señales en los cielos,
y las estrellas derraman en mi copa innumerables lágrimas de níquel.
¿Qué brisa u óleo te trajo hasta mí esta noche tan distante de la vida?
Yo que siempre he temido por mi suerte
y aún conservo todos mis sueños adentro de los párpados.

Una maravilla este poema, Ramón, reitero lo que dice Armilo, elPrior o San Serenín del Monte.

Felicidades y otro abrazo.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Sab, 23 Mar 2024 11:12 Mi querido pater, esta suerte de inesperado regocijo me ha sobrevenido después de un cambio de cilicio. No sé si es que el anterior lo llevaba muy apretado o que este es de mejor calidad, probablemente de hierro dulce. Ahora estoy más interesado en la danza tradicional irlandesa, me he comprado unas botas de tacón cubano, que harán la delicia y envidia de los hermanos.

Abrazote, mae.

Ramón Carballal escribió: ↑Mié, 20 Mar 2024 18:43 Un poema muy bello y muy bien escrito. Felicidades y un abrazo.

Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 21 Mar 2024 17:03 Muy bueno, Ramón.

Por si no lo sabes, o nunca te lo he dicho, escribes de maravilla.

Un abrazo, compañero.

Salud, paz y felicidad.