Cadáver exquisito

[Ramón Castro Méndez]

Para Brian Jones
-mi canto rodado favorito-


La noche trae consigo olas de espanto
y un nombre que no quiero recordar,
unos ojos no esperados
ocultos tras el llanto navegable de los faros,
un beso en los labios del abandono,
un efímero encuentro carnal
entre el crepúsculo de la traición
y la larga mano del destino.
Después solo queda el silencio
del mundo entre las horas,
cuando el tiempo regresa de exhumar estrellas,
y la noche se sube al tren
en la primera curva del amanecer.
Yo soy el hombre que vive al doblar la esquina,
que viene del otro lado del recuerdo,
caminando bajo la lluvia que presagia
la tempestad de los naufragios,
con la agonía que engendra
su nicho entre las piedras, dando forma,
en su errante deambular, a un cadáver exquisito
que se inventa a la medida exacta de su necesidad.

[Ana Muela Sopeña]

Qué gran poema. Parece una escena cinematográfica.

Has logrado crear una escena bella e inquietante a la vez.

Enhorabuena
Ana

[Gustavo Cavicchia]

Todo se arma y se desarma en la poesía. Grata forma de escribir. Un placer poder leerlo. Brian Jones; su muerte fue un misterio.

[Alejandro Costa]

Todo vestido entre versos.

La soledad, el abandono, el hombre, la lluvia, la muerte...

Todo en una mezcla de metáforas que le dan un brillo especial.

Un conjunto muy bueno.

El verso final, ¡perfecto!

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Ignacio Mincholed]

«que se inventa a la medida exacta de su necesidad».
O de sus obsesiones, que en ocasiones resultan ser lo mismo. Felicidades, Ramón.

Un abrazo.
Ignacio

[Ramón Carballal]

Buenos y profundos versos. Como siempre ha sido un disfrute leerte. Abrazos.

[Pilar Morte]

Y exquisitos son tus versos. Me gustó mucho el poema, como siempre. Felicidades.
Un abrazo grande

[Marisa Peral]

Para Brian Jones
-mi canto rodado favorito-


La noche trae consigo olas de espanto
y un nombre que no quiero recordar,
unos ojos no esperados
ocultos tras el llanto navegable de los faros,
un beso en los labios del abandono,
un efímero encuentro carnal
entre el crepúsculo de la traición
y la larga mano del destino.
Después solo queda el silencio
del mundo entre las horas,
cuando el tiempo regresa de exhumar estrellas,
y la noche se sube al tren
en la primera curva del amanecer.
Yo soy el hombre que vive al doblar la esquina,
que viene del otro lado del recuerdo,
caminando bajo la lluvia que presagia
la tempestad de los naufragios,
con la agonía que engendra
su nicho entre las piedras, dando forma,
en su errante deambular, a un cadáver exquisito
que se inventa a la medida exacta de su necesidad.

Otro poema extraordinario en el que destacan versos que dan rienda suelta a la imaginación.
Un placer leerte siempre.
Un abrazo, Ramón.

[E. R. Aristy]

Para Brian Jones
-mi canto rodado favorito-


La noche trae consigo olas de espanto
y un nombre que no quiero recordar,
unos ojos no esperados
ocultos tras el llanto navegable de los faros,
un beso en los labios del abandono,
un efímero encuentro carnal
entre el crepúsculo de la traición
y la larga mano del destino.
Después solo queda el silencio
del mundo entre las horas,
cuando el tiempo regresa de exhumar estrellas,
y la noche se sube al tren
en la primera curva del amanecer.
Yo soy el hombre que vive al doblar la esquina,
que viene del otro lado del recuerdo,
caminando bajo la lluvia que presagia
la tempestad de los naufragios,
con la agonía que engendra
su nicho entre las piedras, dando forma,
en su errante deambular, a un cadáver exquisito
que se inventa a la medida exacta de su necesidad.

Creo consigues crear una visión dinámica, casi una proyección astral, y le das forma y acción con el poder sugerente de la palabra. En vano pude saber quien es o era el Brian Jones a quien dedicas esta espléndida obra. Creo que el poema cobraría vida y se iría caminando o volando a donde va la maestría, el buen hacer. Te felicito, Ramón Castro Méndez. Abrazos