Desatar tus pupilas en nombre de una jerarquía,
la mía, sin balas en el pecho, ni hormigas desolladas en el alma,
arramplando con malezas, botines de contiendas, sin futuro
-Parece que todo lo deshace el tiempo.-,
con hervidas fantasías, fuego lento y pirómano, del hielo en la mirada,
envasado al vacío,
como de piedra, filosofal, fundía el plomo,
de la losa que cargo,
pero no todo fue oro tras el fragor.
Aún vinieron otras encrucijadas
a soliviantar, a gritarse a los cuatro vientos.
Dentro de ellas no había orificios de entrada o de salida,
eran tan compactas como un abrazo,
entropía,
fuentes de calor inmaculado
-Cómo se mancha el aroma, al fin y al cabo.-,
y tras de ti huyeron, digo huyeron,
mis visiones,
no acechando ni buscando, ni olisqueando,
sino trag´andose el polvo, para encarnizar de nuevo la batalla.
Amor o inteligencia, versos que perforan,
batipelágicos,
más que abisales,
más que rotundos,
más que adioses
-Por cada palabra, un torniquete.
Por cada rima, un pie de página.-:
"Creí tenerte cerca tan solo cuando te vencí sobre mi piel
-Deseo-."
