Julio Gonzalez Alonso escribió:Al runrún de la polémica... y como dará de sí mucho, solamente puedo declarar mis sentimientos, los que nacieron de toda una vida que se hizo alejada del mundo del toro y de otras celebraciones, incluidas las autotorturas de la "semanasanta" en algunos lugares. No juzgo ni a unos ni a otros. Sólo fui una vez a una corrida de toros en Bilbao porque me regalaron unas entradas por las fiestas; la experiencia no fue trágica, hubo cosas que me gustaron mucho con el capote y otras, como la suerte de varas, que me parecieron innecesarias. Pero, en conjunto, me gustó. Salud.
Así es Julio, una forma muy loable de abordar esta manifestación es desde los sentimientos, como se aborda por ejemplo la música y decir me gusta o no me gusta. No hay que ser un profesional o estudioso de la musicología para hacer tales manifestaciones.
Evidentemente la parte que más rechazo genera es el tercio de varas y las más vistosas son la suerte de capote y la de muleta. Pero todas tienen un sentido y un orden. Finalmente el toro tienen que morir, ese es su destino mientras no sea indultado.
El toro bravo desaparecería sin las corridas. Pero esta premisa es demasiado utilizada por personas sin conocimiento veterinario, genético o biológico. Desaparecer significa que nadie tendría interés en mantenerlo, quizás algún zoológico pero sería recuperable genéticamente. El toro bravo no es una raza diferente a la de las vacas lecheras o la reses que nos dan carne. Es una selección intencionada. Por las características genéticas primigenias de la raza Bos primigenius taurus tiene algunas características que las hacen diferentes al resto de los animales y es que no se retraen frente oponente nunca y atacan. De ahí su selección y digamos entre comillas desgracia, por haber sido objeto del mito y arte que nos ocupa.
Tanto en el mundo taurino como en el para mí respetable mundo antitaurino hay tres tipos de personas: las que defienden las temas con argumentos creíbles y lógicos -son especialistas e el tema-, los que critican desde la emoción y los sentimientos y finalmente los que utilizan el insulto como enunciado de partida, como tesis de trabajo. A los primeros y segundos se les debe atención y respeto, de los terceros me distancio totalmente; pues no aportan nada a mi comprensión de lo que se critica o se habla como objeto de discusión.
Dentro del mundo taurino, que es el que mejor conozco, hay algunos que hacen un flaco favor a esta manifestación por su falta de rigor y conocimiento, que argumentan con falacias poco contrastadas. Y entre los verdaderos aficionados, los que conocen de qué hablan, que admiten lo admisible, que respetan a los demás seres vivos, animales y humanos, también hay dos categorías: los que se preocupan exclusivamente por conocer todos los entresijos: técnicas, historia, evolución y ética de la tauromaquia y los que además amamos al toro y nos preocupamos por conocer sus características, linajes, etología, devenir, forma de vida y sobre todo, que procuramos que se le respete en todo momento para que la lucha sea lo más equilibrada posible en el ruedo, para que el que quiera ser torero sepa que arriesga su vida en esa representación teatral trágica.
Un cordial saludo