Pasear contigo

[Ramón Carballal]

En mis pasos la senectud de las horas grises. No, así,
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.

[Lunamar Solano]

Muy hermoso y conmovedor querido amigo... escenarios que se alzan y rasguean melodías del alma...
Un gusto leerte siempre...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

[Concha Vidal]

En mis pasos la senectud de las horas grises. No, así,
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.

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Buen día que me prestas lleno de preciosas y precisas metáforas. Al punto del poema se abren y casi, me llena el incienso del botafumeiro.
Habrá que llegar a la iglesia y recuperar el libro en el último sillar.

Abrazos mediterráneos y gracias por compartir.

[Cecilia Martos]

Hermoso recorrido por el paisaje de imágenes y metáforas impresionantes de tus versos, siempre un placer leerte, mi abrazo grande Poeta.

Cecilia

[Marisa Peral]

En mis pasos la senectud de las horas grises. No, así,
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.

Es un grandísimo paseo, Ramón, con momentos verdaderamente reseñables.
Un gusto siempre disfrutar de tu poesía, hoy torrencial.
Un fuerte abrazo.

[Ramón Carballal]

Muy hermoso y conmovedor querido amigo... escenarios que se alzan y rasguean melodías del alma...
Un gusto leerte siempre...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Muchas gracias, Nancy, por tu lectura y amables palabras. Un abrazo.

[Ramón Carballal]

En mis pasos la senectud de las horas grises. No, así,
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.

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Buen día que me prestas lleno de preciosas y precisas metáforas. Al punto del poema se abren y casi, me llena el incienso del botafumeiro.
Habrá que llegar a la iglesia y recuperar el libro en el último sillar.

Abrazos mediterráneos y gracias por compartir.

Gracias a ti, Concha, por acercarte a este poema y dejar tu comentario. Abrazos desde Coruña.

[Guillermo Cumar]

Qué bien practicas sin quejarte de lo que la vida manifiesta correlativamente a la edad y a la inspiración.

Un abrazo.

[Ramón Carballal]

Hermoso recorrido por el paisaje de imágenes y metáforas impresionantes de tus versos, siempre un placer leerte, mi abrazo grande Poeta.

Cecilia

Gracias, Cecilia, por leerme y comentar. Un fuerte abrazo.

[xaime oroza carballo]

En mis pasos la senectud de las horas grises. No, así,
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.

Unha fermosura, meu. Vaian os meus parabéns.
Fonda aperta

[Ramón Carballal]

En mis pasos la senectud de las horas grises. No, así,
el cuerpo de robles encendidos ni la esgrima del sexo
anunciando la gloria de una incógnita. Visillos casi abiertos
sobre la calle amplia, el neón perdido en mensaje de alcahueta,
el violín de los pájaros cantando nubes y mar. Ya es nuestro
el candil del bolsillo, madura la sartén de los bistrós, todavía
los comercios reflejan las luces en maniquís hermafroditas
como vestidos que sufren el calor del color. Me dices: "esta noche
los vampiros ululan”, ah! sí, contesto sin un labio ni un meteoro.
Lo importante es el caudal espeso de estas horas ambiguas,
llueve a su manera-llueve sin querer-te enseño las mariposas
y el andar furtivo del ex-soldado. Te detienes al bies de un cristal
donde trepan las hormigas, los cuadros duermen su osadía
de fantasmas, abril amanece en mayo como un surtidor herido.
Aquí está la iglesia, a la tarde dejé un libro en el último sillar,
sigue ahí como un exvoto cautivo para que recites la luz,
el horóscopo y la ternura. Al verte mi espalda se aleja y lloran
los niños que no han podido dormir, las fuentes ahogan a los caballos
mientras la plata y su custodia rezan el oráculo del gran apóstol
o el sueño de las gárgolas imperiosas cuando el agua mana
de su vientre y vomitan tiempo y ceniza en mi boca abierta.
Se acaba aquí el horario que trazamos con hilos y trasluz,
queda en la lengua el sabor de un ron agridulce y la cicatriz
que los insectos van dibujando en el eclipse rojo de la luna.

Es un grandísimo paseo, Ramón, con momentos verdaderamente reseñables.
Un gusto siempre disfrutar de tu poesía, hoy torrencial.
Un fuerte abrazo.

Gracias, Marisa, por tu generosidad. Un abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Una canto maravilloso. Simplemente genial, Ramón.
Mi aplauso y felicitación.

Un fuerte abrazo.

[José Manuel F. Febles]

No es la primera vez que te digo, que eres el Monarca de las metáforas y figuras. Un rato grande, después de saborear el poema y corroborar lo dicho. Un estilo puro, reconocible por la categoría de sus expresiones. Te filito, una vez más, amigo Ramón Carballal.

Un fuerte abrazo desde mi isla.

José Manuel F. Febles.

[Pilar Morte]

Uno se enriquece y aprende a ver la vida en metáforas con tus poemas. Felicidades.
Besos
Piular

[Jerónimo Muñoz]

Esta, esta es la poesía de hoy y de mañana. Maravilloso, Ramón. Se dicen a veces cosas grandilocuentes que quizás estén exageradas. No es mi caso. Me ha parecido genial. Recibe mi humilde y enfervorizada felicitación.
Un fuerte abrazo. (Y sigue por ahí, por favor).
Jerónimo