
Extasiarme de ti,
de tu lengua cortante que trasquila la noche,
se enfrenta a las tinieblas, al humo, a la intemperie,
y me deja desnudo, solamente cubierto por la luz.
Deshacer cada pliegue de tu ropa,
como una mano amiga que remata el suplicio,
que recrea el otoño, arrancando los pétalos
de tu piel.
Salvar esa caída, el precipicio
que supone perderte, no es un imposible,
sino algo atragantado en esa flor
-Ahora el viento se arrastra en carne viva.-.
Vaciar primaveras en tu boca trasciende,
como un signo, algún símil tan rebuscado y obvio
como un beso
-Porque cuántas metáforas han perseguido al tiempo.-
De cada resplandor sonsacarte el enigma
que me hace delirar y transformarte
en la enésima vez que pierdo el juicio
y también la mirada, también la perspectiva.
Así hasta congelarte en mis paisajes.