Santuario de Apolo en Delfos
por la palabra nueva que nos halla;
oír —para saber— lo que no calla
el ave azul de nuestro trino mudo.
Sabernos en el canto: juego, escudo,
fuente de identidad en la batalla,
santüario de luz tras la muralla
de la que somos llave y somos nudo.
Sentir desde la hondura con su lumbre
de soplo en carne viva como un río,
la música versal de albor fecundo.
Salvarnos en el verbo, en esa cumbre
donde el alma redime su extravío.
¡Danos, poema, voz y nombre al mundo!
NOTA: soneto a dos manos. Felipe Fuentes García escribió el primer cuarteto y el primer terceto. Pablo Ibáñez escribió el segundo cuarteto y el segundo terceto.