Cuarta estaci´ón: Jesús es negado por Pedro
casi como dolida,
y a compasión movida,
dulcemente responde al son lloroso
(Garcilaso, Égloga primera)
por el hogar de los desconocidos;
acento delator, dichos fingidos
y un corazón oculto que riela.
«Es de los suyos», llega a sus oídos.
«No lo conozco», gime con cautela.
La luna, vibración de fina espuela,
crestas y valles surca adormecidos.
Tres trompetas de luz rasgan la tela,
relinchan los caballos ateridos
y rompen el espejo de los ecos.
Y en vez del dulce son de Filomela
relumbra por los montes encendidos
un grave llanto de cordeles secos.