En el jardín de la Casa de Pilatos
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- J. J. Martínez Ferreiro
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En el jardín de la Casa de Pilatos
siete soles hambrientos retumbaban
despeñándose rojos por los montes.
Agrandaba el jardín ante la sangre,
la umbría deliraba sed de tiempo
y la tarde expandía su demora.
El profano marfil de las efigies
vaporizaba el sueño de la luz.
Se glorificó el verde más errático
y fue polvo inmolado en los insectos.
Derramaban los muros en los llantos
amarguras disueltas en la fuente.
El catarro del grifo se hizo ronco,
los peces se atoraban en el agua.
Los paseos trotados en la niebla
y las telarañas del tiempo cano
revestían veredas y parterres.
Mientras ella dormía en un banquillo,
una lúbrica esencia despertó
y extendió su designio, confundida
con los acalorados balbuceos
de los ramajes en la alta cumbre.
Un benéfico augurio de palomas
ceñía la dulzura de sus pechos.
Sus piernas, dos columnas abatidas,
sutiles, presentían descarnadas.
Una angustia empedraba sus delicias
―cárdena y confundida cruz remota.
Una nevada de ámbar anegó
su vientre ―sensorial como la nube
exaltada de sexo cuando amó,
años atrás, bajo el Sol de Castilla.
Entre los muslos rubios mis dos manos;
un cárdeno pudor ―febril urgencia―
subía su columna vertebral
como un columpio roto con chiquillo
adentro que se eleva disparado
esparciendo virutas en el cielo.
Todo el aire restante se partía
provocando extensiones de su cuerpo.
Su yo sería más que el yo de ella,
con el yo de otros más: mármol divino,
pájaros detenidos, hojas muertas…
sería soledad con azotea
interior que aglutina tanta gente
como las espesuras tragan luz.
Tibias, prestas, sus manos minerales,
por el ópalo rosa de un nudillo,
se arqueaba su alma y como espada
se hundía en la espesura del silencio,
en la matriz vacía de los vidrios,
que ―cual madre cabal― toda se colma
de manantiales lácteos; sustento
proteico en lo profundo del instante.
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donde los endecasílabos se hacen fuertes con su
impertérrito ritmo y sus esencias.
A los excesos de la luz les da miedo la oscuridad.
Un poema repleto de enjundia y de calor.
Mi abrazo y mi saludo
Guillermo
más dura es la caída.
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re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
Ver es más que abrir los ojos y apuntar nuestras angustias. Es más que calibrar las agujas del pecho a la rutina.
( http://lascosasdelmonje.blogspot.com/ )
- J. J. Martínez Ferreiro
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"A los excesos de la luz les da miedo la oscuridad"Guillermo Cuesta escribió:Días de calor y cruces para llegar hasta el Calvario
donde los endecasílabos se hacen fuertes con su
impertérrito ritmo y sus esencias.
A los excesos de la luz les da miedo la oscuridad.
Un poema repleto de enjundia y de calor.
Mi abrazo y mi saludo
Guillermo
Gracias, amigo Guillermo por abrir este tema con tan magnífico comentario.
Celebro que lo hayas disfrutado.
Un abrazo.
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re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
Abrazos
Pilar
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- J. J. Martínez Ferreiro
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Re: re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
Gracias Gerardo, por tan generosos comentarios. Celebro que lo hayas disfrutado.Gerardo Mont escribió:A un ritmo que atrapa, se dibujan los versos impecables de una "poeticidad" envidiable, fruto de una pluma de inagotables fuentes. De lujo para el libro. Mis abrazos de amigo.
Un abrazo.
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re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
me ha gustado muchísimo. Me gusta mucho el ambiente modernista de jardín decadente, utilizando el metro endecasílabo clásico, modernista de suyo, que dominas con maestría. Dos estatuas en plena tensión sexual, el mármol "divino" derritiéndose de deseo, es una imagen potentísima que invita a soñar.
Uno podría pensar en esculturas griegas desnudas pero la referencia a Castilla abre un nuevo horizonte más conocido, más pudoroso y místico "pájaros detenidos, hojas muertas..."
En la primera lectura pensé "tal vez un poco largo", pero en las siguientes me daba pena que terminara.
En fín, que me ha encantado.
Un abrazo.
- J. J. Martínez Ferreiro
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Re: re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
Gracias, querida amiga, celebro que te haya gustado.Pilar Morte escribió:Muy hermosa aportación con todos los ingredientes de buena obra. Felicidades
Abrazos
Pilar
Dale mucho ánimo a ese campeón que te acompaña.
Bicos
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re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
Salud.
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Re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
Poema lleno de riqueza descriptiva, como un enorme chorro de inspiración incontinente. Me encanta. Saludos, amigo.
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- J. J. Martínez Ferreiro
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Re: En el jardín de la Casa de Pilatos (L-V)
J. J. M. Ferreiro escribió:En Sevilla, a la cuatro de la tarde,
cuatro soles hambrientos retumbaban
despeñándose rojos por los montes;
agrandaba el jardín ante la sangre,
la umbría deliraba sed de tiempo
y la tarde expandía su demora.
El profano marfil de las efigies
vaporizaba el sueño de la luz.
Se glorificó el verde más errático
y fue polvo inmolado en los insectos.
Derramaban los muros en los llantos
amarguras disueltas en la fuente.
El catarro del grifo se hizo ronco;
los peces se atoraban en el agua.
Los paseos trotados en la niebla
y telarañas sucias de horas canas
revestían veredas y parterres.
Mientras ella dormía en un banquillo,
una lúbrica esencia despertó
y extendió su designio, confundida
con los acalorados balbuceos
de los ramajes en la hora cumbre.
Un benéfico augurio de palomas
ceñía la dulzura de sus pechos.
Sus piernas, en dos cuerpos taciturnos,
sutiles, presentían descarnadas.
Una angustia empedraba sus delicias
―cárdena y confundida cruz remota.
Una nevada de ámbar anegó
su vientre ―sensorial como la nube
exaltada de sexo cuando amó
bajo el Sol de Castilla ―años atrás.
Entre los muslos rubios mis dos manos;
un cárdeno pudor ―febril urgencia
subía su columna vertebral
como un columpio roto con chiquillo
adentro que se eleva disparado
esparciendo virutas en el cielo.
Todo el aire restante se partía
provocando extensiones de su cuerpo.
―su yo sería más que el yo de ella,
con el yo de otros más: mármol divino,
pájaros detenidos, hojas muertas…
sería soledad con azotea
interior que aglutina tanta gente
como las espesuras tragan luz.
Tibias, prestas, sus manos minerales,
por el ópalo rosa de un nudillo,
se dislocaba su alma; como espada
se hundía en la espesura del silencio,
en la matriz vacía de los vidrios,
que ―cual madre cabal― toda se colma
de manantiales lácteos; sustento
proteico en lo profundo del instante.
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Muy hermosa aportación para nuestro libro, amigo Ferreiro, donde aparece lo mejor de tu poética.
Eectivamente, es un poema reconocible, sobre todo, por la adjetivación, muy tuya, pero también por la gran rotundidad de los decires. El ritmo, garantizado con la monometría endecasílaba, acaba por entregar un trabajo muy recomendable.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema.
Un fuerte abrazo.