Todo tiende a infinito

[Ignacio Mincholed]

Todo tiende a infinito
sobre el alambre delgado de acero
los pies se clavan descalzos
en la línea tensa de horizonte a horizonte
tiñéndola de rojo

a cada paso deslizante
gotea la inocencia
gotea la voluntad dolorida
escuece la incomprensión como la sal en el ojo
traslúcida la vista en la lluvia de lágrimas
sin poder las manos ocupadas en el equilibrio
acudir al ojo nublado

gotea la alegría muy roja
gotea el amor granate
mientras sopla el viento de costado
balanceando la pértiga entre los brazos bajos
se pierden las últimas gotas de pureza
y la estabilidad merma
y la espalda se contrae
y el corazón duda

ya en surco profundo sobre el alambre
gotea el dolor abierto frente al aire,
apenas suero,
solidificado al instante como granizo
que cae perdido entre la hierba
mientras la línea tiende a infinito
o se dobla y tiende a cero.....

[Begoña Egüen]

Todo tiende a infinito
sobre el alambre delgado de acero
los pies se clavan descalzos
en la línea tensa de horizonte a horizonte
tiñéndola de rojo

a cada paso deslizante
gotea la inocencia
gotea la voluntad dolorida
escuece la incomprensión como la sal en el ojo
traslúcida la vista en la lluvia de lágrimas
sin poder las manos ocupadas en el equilibrio
acudir al ojo nublado

gotea la alegría muy roja
gotea el amor granate
mientras sopla el viento de costado
balanceando la pértiga entre los brazos bajos
se pierden las últimas gotas de pureza
y la estabilidad merma
y la espalda se contrae
y el corazón duda

ya en surco profundo sobre el alambre
gotea el dolor abierto frente al aire,
apenas suero,
solidificado al instante como granizo
que cae perdido entre la hierba
mientras la línea tiende a infinito
o se dobla y tiende a cero.....

Estimado compañero:
Me parece tu poema excelente, con unas imágenes muy buenas. Mi más sincera felicitación.
Un saludo.
BEGOÑA

P.D. Soy nueva en estos lares, y, me tengo que habituar.

[E. R. Aristy]

Todo tiende a infinito
sobre el alambre delgado de acero
los pies se clavan descalzos
en la línea tensa de horizonte a horizonte
tiñéndola de rojo

a cada paso deslizante
gotea la inocencia
gotea la voluntad dolorida
escuece la incomprensión como la sal en el ojo
traslúcida la vista en la lluvia de lágrimas
sin poder las manos ocupadas en el equilibrio
acudir al ojo nublado

gotea la alegría muy roja
gotea el amor granate
mientras sopla el viento de costado
balanceando la pértiga entre los brazos bajos
se pierden las últimas gotas de pureza
y la estabilidad merma
y la espalda se contrae
y el corazón duda

ya en surco profundo sobre el alambre
gotea el dolor abierto frente al aire,
apenas suero,
solidificado al instante como granizo
que cae perdido entre la hierba
mientras la línea tiende a infinito
o se dobla y tiende a cero.....

Tu poema comunica un ciclo penoso, una futilidad difundida en la humanidad, simula a un proceso natural, pero no lo es, es un dolor sobrepuesto. Excelentes imagenes, Ignacio.

Abrazos,
ERA

[Pilar Morte]

Me quedo sobretodo con la primera y última estrofa. Me han gustado mucho
Abrazos
Pilar

[Borja Martínez]

Imágenes inspiradas en estos bellos versos. Felicitaciones y un saludo.

[Juana Martín]

Hermoso poema que empieza bien y termina mejor. Un placer de lectura.

[Hallie Hernández Alfaro]

Me ha gustado mucho la plasticidad sensorial de cada imagen. El ritmo es excelente y los símbolos se adueñan de la lectura de manera fascinante.

Enhorabuena, Ignacio!

Saludos y felicidad,

Hallie

[Ignacio Mincholed]

Aprecio mucho tu comentario, Begoña, muchas gracias.

Un abrazo,
Ignacio

[MONTSE OLEART]

Son momentos, estados dolorosos que se convierten en suaves agujas que nos convierten en un colador, bueno que me gusta tu modo de escrbir elegante y sobrio pero con una fuerza interna que atrapa, besito!

[Ignacio Mincholed]

Todo tiende a infinito
sobre el alambre delgado de acero
los pies se clavan descalzos
en la línea tensa de horizonte a horizonte
tiñéndola de rojo

a cada paso deslizante
gotea la inocencia
gotea la voluntad dolorida
escuece la incomprensión como la sal en el ojo
traslúcida la vista en la lluvia de lágrimas
sin poder las manos ocupadas en el equilibrio
acudir al ojo nublado

gotea la alegría muy roja
gotea el amor granate
mientras sopla el viento de costado
balanceando la pértiga entre los brazos bajos
se pierden las últimas gotas de pureza
y la estabilidad merma
y la espalda se contrae
y el corazón duda

ya en surco profundo sobre el alambre
gotea el dolor abierto frente al aire,
apenas suero,
solidificado al instante como granizo
que cae perdido entre la hierba
mientras la línea tiende a infinito
o se dobla y tiende a cero.....

Tu poema comunica un ciclo penoso, una futilidad difundida en la humanidad, simula a un proceso natural, pero no lo es, es un dolor sobrepuesto. Excelentes imagenes, Ignacio.

Abrazos,
ERA

Sí, casi todo viene sobrepuesto.
Gracias por el comentario que siemrpe aprecio. Un abrazo, Era.
Ignacio

[Ignacio Mincholed]

Me quedo sobretodo con la primera y última estrofa. Me han gustado mucho
Abrazos
Pilar

Gracias, Pilar, tu presencia me agrada.
Un abrazo,
Ignacio

[Ignacio Mincholed]

Imágenes inspiradas en estos bellos versos. Felicitaciones y un saludo.

Muchas gracias, Borja, me alegra tu comentario.
Un abrazo,
Ignacio

[Ignacio Mincholed]

Hermoso poema que empieza bien y termina mejor. Un placer de lectura.

Juana, gracias por tu nota que aprecio.
Un abrazo,
Ignacio

[Ignacio Mincholed]

Me ha gustado mucho la plasticidad sensorial de cada imagen. El ritmo es excelente y los símbolos se adueñan de la lectura de manera fascinante.

Enhorabuena, Ignacio!

Saludos y felicidad,

Hallie

Muy bonito lo que dices en tu nota, Hallie, muchas gracias.
Un abrazo,
Ignacio

[Ignacio Mincholed]

Son momentos, estados dolorosos que se convierten en suaves agujas que nos convierten en un colador, bueno que me gusta tu modo de escrbir elegante y sobrio pero con una fuerza interna que atrapa, besito!

¿Suaves agujas? No sé...
¿Colador? Eso sí... (sonrío)
Y de lo demás, qué decirte... que me alegra lo que dices porque considero mucho tu criterio.
Gracias, Montse.

Un beso,
Ignacio