El sueño se hace fantasía,
y se enajena entre los hilos del tiempo…
Se rodea de medusas y silencios,
eminentes en la cima del invierno.
Un sueño que se queja a la deriva
y reduce sin sentido al caminante;
despliega su ropaje carcomido, y a
cada paso lo devora la distancia.
Se mueve por inercia o por cilicio,
tal vez porque no quiere evitarlo…
Pues tiene en el alma escapularios
de batallas infames en su vida.
Llega contrito y cabizbajo, al dintel
amarillento que lo aguarda,
se dobla ante el miedo de lo absurdo
y deja en sus palabras la mirada.
No cesan las nostalgias que no intentan
desbordarse, desde el alma, en manantiales.
No cesan los recuerdos que envejecen,
sin las suplicas de unos ojos que le obliguen.
Un sueño que se rompe entre cristales
se hace fantasía entre dos mares.
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