Algo que soñar
Publicado: Jue, 15 Abr 2010 20:00
He buscado de nuevo en el armario
de los sueños efímeros,
esperanzas raídas por el uso,
frustraciones,
anunciadas derrotas.
He medido con calma cada instante
de perdida memoria,
cada trozo de logro no logrado,
las opciones a las que entonces tuve
inapetente acceso.
Aparté reticente los más firmes,
aquellos que mantienen los aromas
intactos, los colores
de un verde ilusionado.
Las promesas de límpido futuro
flotando por su entorno
con el aura preñada de silencios.
Aquellos que apetecen
y ocultan como muchos,
verdades imposibles,
currículos inflados,
veladas ataduras.
Marineros en aguas donde engañan
los cantos de sirena.
Todavía he sentido, dolorosa,
distante,
la punzada del tiempo
horadando mi mente.
Aún soplé realidades sobre el polvo
de anhelos juveniles que recubren
proyectos olvidados,
niñerías,
sin norte ni sentido.
Quería en un alarde de flaqueza
tratar de reciclar sueños gastados
que dieran a mi vida un aliciente.
Pero nada servía.
Y los fui desechando uno tras otro
con la terca y tenaz indiferencia
de los primeros años,
de los días
con un mañana digno de alcanzarse.
Decidiendo,
no amar lamentaciones
ahora que ya el tiempo me persigue
sin tregua ni reposo.
Comprendiendo,
que los sueños que ayer no me vistieran
hoy tampoco mi desnudez corrigen.
Mario
de los sueños efímeros,
esperanzas raídas por el uso,
frustraciones,
anunciadas derrotas.
He medido con calma cada instante
de perdida memoria,
cada trozo de logro no logrado,
las opciones a las que entonces tuve
inapetente acceso.
Aparté reticente los más firmes,
aquellos que mantienen los aromas
intactos, los colores
de un verde ilusionado.
Las promesas de límpido futuro
flotando por su entorno
con el aura preñada de silencios.
Aquellos que apetecen
y ocultan como muchos,
verdades imposibles,
currículos inflados,
veladas ataduras.
Marineros en aguas donde engañan
los cantos de sirena.
Todavía he sentido, dolorosa,
distante,
la punzada del tiempo
horadando mi mente.
Aún soplé realidades sobre el polvo
de anhelos juveniles que recubren
proyectos olvidados,
niñerías,
sin norte ni sentido.
Quería en un alarde de flaqueza
tratar de reciclar sueños gastados
que dieran a mi vida un aliciente.
Pero nada servía.
Y los fui desechando uno tras otro
con la terca y tenaz indiferencia
de los primeros años,
de los días
con un mañana digno de alcanzarse.
Decidiendo,
no amar lamentaciones
ahora que ya el tiempo me persigue
sin tregua ni reposo.
Comprendiendo,
que los sueños que ayer no me vistieran
hoy tampoco mi desnudez corrigen.
Mario